Sembré mi corazón como semilla,
arando el zurco de tu vientre fértil,
varón ingenuo, esperé arbusto de amor,
donde otros hombres a su paso trillan...
Quien camina un sendero transitado,
no espere descubrir virgen parcela,
dichoso el hombre que confía y no cela,
vergel cosecha sin cuestionar quien siembra.
Lo mismo pasa con frutos y capullos,
siéntete agradecido si mañana,
la mujer de tus antojos no te engaña
y dice: los educaste, ya por eso son tuyos...