Un Guiso de Gusanos

Anatema

Todo está hartando, no se extrañen esas caras de acumulación. Cuando toman los trenes es que sienten esa patada molesta: Estamos en pos de lo que todos acordamos, pero el sistema simplemente está funcionando mal y creamos descuido, malcuidos no inverbe sino analíticamente.

En los centros están las verdades, en los múltiples renglones que tan intensamente descargamos, hay una bravura digna del que está en realidad rechazando todo eso. Todo eso; las casonas ya no pueden ser patrimonio, sino herencia. (Hay que vender todo, hasta las probabilidades como dato).

Hay momentos del día en que producimos miedo sin parar. Cuando la televisión se hace ritual, hay horas en que todos juntos nos lavamos un poco las neuronas con el primer anti-bacterial de rápida acción. Mientras, hay unas cuantas ratas tercas mordisqueando el concreto y las hojas con pegatina que empapelan las paredes. Los hongos húmedos en el techo del baño que no me treguan ningún día de la semana.
Si reducimos la vida a un pedazo de queso mantecoso.
Si deducimos números en un colectivo y entretanto formamos odio racial involuntario.
Si se nos separa y mecaniza todavía más; eso haremos, nos volveremos hostiles al primer accidente, a la desconsideración menor; durante la cena, las teles guardianas de la noche nueva, incitan siempre a las áreas de cobertura y los Subtepass. Es lo poco de la forma, nuestros padres gobiernos nuestras madrastras iglesias, una puteada sin paz, el cielo alarmado de antenas como último dominio idílico. Querer de nuevo los pulmones como eran

Hay momentos del día en que producimos desprecio sin parar: los momentos de continuidad. Parar, hacerlo por el bien del nosequé, es imperioso. Hay fábricas en todas partes, algunos pocos ya nos estamos sintiendo cercados, algunos que crean bunkers entre la madera y bel ratón.

No pases por Villa de Mayo nunca más.
Yo estoy de puta madre así en la tibieza y retraído, sosteniendo teclados, el comedor avasallado por call centers (¿cómo un texto puede ser disparado así por el inglés?) nos damos cuenta de que en libertad, constituidos y sin cadenas, le damos todavía de comer a la empresa devoradora que figura en las primeras páginas de Dante: el lobo de violencia.
Banquetes con la carne de los santos. Es que nos cagamos así en los patrimonios, como para posar nuevos sobre viejos, huevo sobre el arroz, nietos sobre los hijos y nuevas sociedades que conduce camiones de carga por la Autopista del Sol, invariablemente, todos los días.
No puede ser una enfermedad la cátedra antisocial, necesitamos aún más. Se nos volvió el germen, la cabeza nos miró, ya nunca podemos volver a ser los mismos, repetidos entre los astros; ¿a dónde es que están las llanuras? ¿Hay un pozo tan cerca de casa?

No pases por Villa de Mayo, cercaron la estación.
Dos mil y algo entre guerra y crisis y Papas Voceros para apaciguar la nación a través de... Hay reyes en Oriente y en Occidente, y nosotros creamos todo el gran gran problema a partir de someros simbolismos que no valieron nunca nada. Tanto así de tristes y de engañados.
Tanto así de demonio hay en mis hermanos y yo. Cuatro o cinco nada más se quedarán hasta tarde escribiendo acerca del curso nocturno, cuatro, cinco. Disimulemos.
Se me va la hora de las manos, la inevitable compresión del vacío.

Rio, rio, rio
En la gran anatema de los insectos que permanecen siempre en la misma habitación pero, están ciegos en un multiuniverso, empiezan al fin a conocer esa transgresión. El universo es negro, ellos están ciegos.
Ellos asisten a clases de Inglés y misas por las bombas.
Derramada tinta sobre el telón, zumbando cual moscas omnipresentes en planetoides terrosos.

Manoseábamos las paredes.

Esperá-Dice-Ya no nos importan las cocinas, ya no nos importa nada. Van a ser siempre negro sobre negro ¿entendés? Pobres, les resulta tan incómodo respirar.
¿Nos suicidamos?-Con entusiasmo-
No. Todavía hay que permanecer, sufrir otro poco. Entonces de algún modo podrán los gallos volar de nuevo. Es crucial (observá esa palabra) que no te violentes.