Casi siempre estas ahí, guardas en tu memoria todo lo que has visto.
A tu luz se han gestado las más grandes y nobles hazañas y las mas deplorables bajezas.
Te entiendo. Comprendo tu frustración. Tu estabas ahí cuando él envenenó su sangre en rechazo a su destino, en rechazo a una vida sin ella. Tu luz fue lo único que abrazó a la pequeña niña mientras languidecía en el bosque, sabes que con su estómago vacío se despidió. Mejor muerte tuvieron los asesinos en el calabozo. Tu acompañaste a la gitana, a la bruja y a la hechicera cuando perecieron en la hoguera y nada pudiste hacer.
Te envidio. Has iluminado el camino del sabio desde que abandonó las cavernas. Tu camino ha estado sobre la faz del filósofo y el pensador. Inspiraste al trovador y al poeta enamorado desde tiempos inmemoriales. Tu señalaste el camino a las estrellas y pusiste a soñar a los hombres con un mundo nuevo.
Pero yo te repruebo. Que conoces mis lágrimas, que sabes lo que he llorado y no se lo has susurrado. Has besado sus oídos, sus mejillas y mi dolor no te ha importado. Conoces sus secretos, sabes si me ama y siempre lo has callado. Brillas con fuerza, iluminas, rasgas la noche y la tiniebla oscura... pero eres fría.
Oh doncella majestuosa, brillante y seductora. Te escabulles entre la ventana del enamorado, entre sus paredes buscas un agujero para entrar a provocarlo. Vienes a entristecerme, vienes y me invitas a ir tras ella. Me provocas, revuelves, agitas mi corazón, para que me olvide del peligro e insensato corra tras mi ciega perdición.
No tienes corazón, de tanto contemplar la desgracia se te ha petrificado. Ya no sabes como sentir el amor.
