Capas de
Cebolla
08 de julio de 2010
por grekosay
El dolor era intenso en las rodillas y en los párpados semicerrados. Silencio por todas partes. Parecía haberse detenido la vida y el sentido abstracto del miedo. Por primera vez el suelo parecía soportar el peso de mil historias. Las manos, colocadas de una forma especial, disonaban con la realidad pensada. Nada en qué pensar, nada que hacer. El juego consistía en dejar que fueran cayendo las envolturas del ego. Llegar hasta el núcleo vacío y perpetuar la constancia de que hemos edificado una inmensa galaxia de sueños. Nada que encontrar, porque todo forma parte de una historia común, vivida con matices, arraigada en el sentir y en el desear. La quietud es un cáncer que mata lo humano, que inutiliza tus juegos engañosos. Como un árbol aposentas tu verdad y tu mentira, te arraigas en la plenitud de la respiración y ni avanzas, ni retrocedes. Cuando llega la constancia del tiempo te derrumbas lentamente y las nubes de cada sueño se convierten en creaciones de humo, en polvo virtual que vivía pegado a tu cuerpo y a tu mente. Habitar un ser vacío, monócromo e insensible. Tomar concienia de que morirás con la idea clara de un agotamiento natural y sostenible. Nos han enseñado a ser fósiles que meditan y persistimos en llegar a recibir la gloria del satori.
1 Recomendaciones
Grekosay:
Amigo la gloria del satori quién no la quisiera alcanzar.
Trabajar con uno mismo, con su interior psicológico es un trabajo arduo y una vida no es suficiente para lograr el despertar.
Me encanto tu escrito.
Que gusto volverte a ver.
Sergio.