No sirven las consoladoras palabras,
porque nacen de bocas incomprensibles.
Se desciende en una soledad que todo oscurece
y no se acierta a descubrir un camino de vuelta.
Minotauro te ha devorado y llevas cobata,
y saludas sonriendo, y estrechas la mano
del desconocido que vende enchufes en
el Juzgado.
Es un juego circular, cuajado de repetidos actos,
de humillaciones a uno mismo.
Saboreas el verso como relames tu herida.
¡Necesitas dolor para evocar sueños!
Pérdidas de bonitas hembras enjauladas
y deportivas con todo el bajo fondo de
Napoleón Bonaparte.
En ocasiones, la aceptación del Infierno.
Infiernos disumulados tras lo textos de autores famosos
y esa frase que el profesor dice cada día,
y la fórmula de la relatividad aplicada a un bote de tomate caducado.
Como único refugio.
hay muchos infiernos, amigo Alcohol.
La vida puede ser el primero,
la ingratitud, la desesperanza, el
verte una madrugada llamando desde una cabina
a un alguien inexistente.
Se duda si se es humano, la mirada cambia
y adquiere el gesto propio de la usencia.
Otro infierno es el amor. ¡Lo es!
Porque se teme la pérdida, porque aumenta
el sentido de propiedad, porque crece el temor
a no ser correspondido.
Y entonces ajustas cuentas con tu orgullo
y te castigas y abres otra puerta, y otra más,
y vas bordeando una geografía de dolor
que termina por confundirte para siempre.
Salir y descubir que es posible,
simplemente salir rompiendo alguna puerta
o convirtiendo la geografía de tu piel
en el cuero reseco con un mapa y cinco direcciones:
tu agenda personal.
Me muero por perderme en el anonimato.
Forma parte de una parte que es un puzzle humano.
Y el poema se acrecienta con adjetivos,
con metáforas y lágrimas de cocodrilo.
Necesitamos ser, a toda costa,
y debemos rechazar cuanto sirvió para sostener
los cimientos de una cultura que defeca angustias
sobre su moneda Madre.
Grekosay:
Te lo vuelvo a repetir contigo no se a que atenerme siempre me sorprendes con cada línea que escribes.
Amigo excelente escrito, me encanto.
Sergio.