Tarde, que llamamos Tiempo.
Sentado sobre esa Tarde, espero,
o mejor...lamento no ser sino
el silencio mismo que
nació primero: tu Humanidad.
En la Tarde te veo.
Estás, como el mismo Tiempo
navegando hacia el último texto,
palpitando la palabra exacta,
mirando por la ventana hacia el Mar,
dios único y eterno,
barro de tu cueva y alfarero
de tus libros.
Adoro tu poema lleno de pasión y de una profunda emoción contenida.
Me sinto hundida en él, inundada, estremecida en este suave devenir de tus versos.
Echaba de menos tu poesía.