Miraba por la única ventana
donde la luz de su deseo brillaba
de sangre de alfiler clavado en su espalda
por la yema de los dedos de su amada.
La luna con sus reflejos triangulares
germinaba la paz de su piel deseada
haciendo flotar la sombra de sus lunares
mientras el éxtasis laberíntico acrecentaba.
Divisaba desde su ventana
los frutos de parra envenenada
final de los turgentes pechos
de delirio sembrado de su amada.
Tanto soñó inocente, que ya volaba
arañando las paredes de su blanca casa
donde deshojo todos los soles
en busca de la madrugada.
De tanto mirar como los colirrojos volaban
le salieron alas en su espalda
justo donde los alfileres no llegaban
pero si las yemas de los dedos de su amada.
...De tanto mirar como los colirrojos volaban
le salieron alas en su espalda
justo donde los alfileres no llegaban
pero si las yemas de los dedos de su amada.