Remuevo la sangre espesa
de las profundas cicatrices
de mis propios pasos
sobre brumas de yedras
que ahogan mi propio tiempo.

Cavo mi tumba, despacio
con los tallos de mis flores
regalados a la alucinación
de unos hongos sanguíneos
oráculos de mi presente.

Me desnudo en la montaña
vestida de caliza marmórea
para unir nuestros corazones
muertos de sangre,
glauco silencio de sotobosque.

Veo yerta la entrega de ciclope
muerto por diminutos seres
que son la suma de nuestras manos
entrelazadas en un acero
que siempre creí invencible.

Cabalgo sobre mi mariposa
entre el boscaje de mi perdida
buscando tus palabras
entre la infinitud
del silencio de tus alas.

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2 Comentarios

• 

  Beth

  Me gusta mucho el símil de la mariposa, aunque en realidad todo el poema es muy bello. Un abrazo

  18/12/12 08:12

• 

  Guillermo

  Gracias amiga y gracias al desamor que me hace buscar el beber de otras ilusiones por encontrar. Otra alma a quien amar.

  18/12/12 11:12