Me lanzo
hacia los poros de tu piel
para estrellarme,
para herirme.
Y es tu golosa lengua
la que se desliza
sobre mi pensar
con lascivas palabras.
Me hundo
en tu sonrisa de papel,
de batallas perdidas,
de frentes marchitos.
Y es tu lasciva palabra
la que me derrumba
en un orgasmo febril
acuoso y delirante.
Tus garras
de apresar fino cristal
me harán pensar.
Y es tu color,
tu sonido
cromático
en nuestros delirios febriles
los que abrirán brechas
en nuestra piel.
Lameremos
nuestras heridas
que circundan lo imposible.
Y es el borde de lo real
el abismo aterrador
del deseo
lo que será sonido
y herida de miel.
Hay un voluptuoso punto, en el que la miel y la hiel convergen, convirtiéndose en una vía de escape a la realidad. Un poema imaginado a la vez que escrito, en su cruda realidad.