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Pendiente

A mi querida hada verde

Domingo por la mañana (eso creo), camino descalzo sobre la alfombra vestido únicamente con mis jeans mas viejos, me acerco a la ventana, la abro y enciendo un cigarrillo, doy una bocanada y saco el humo por la ventana, ya que según la ley, esta prohibido, bah!!, miro hacia la cama y una joven de entre diez y siete y veintitrés años yace sobre ella, cabello oscuro, complexión delgada, piel blanca, un lunar cerca del cuello en forma de luna menguante (quizá un tatuaje) ¿su nombre? , no lo se Ana, Laura, Marlene, Mónica, Elizabeth, Claudia, Alejandra, son los nombres que puedo recordar, siempre fui un depredador, solo trato de llenar el vacio que habéis dejado en mi, me hiciste descubrir algo que creí mi utopía, mi santo grial, pero, ¿ como compararlo con un encuentro de sexo casual? Ahh! Mephysto, no tiene comparación, me siento tan solo, tan vacio, tan abandonado, aun no lo entiendo “te hubiese dado a beber mi sangre para saciar tu sed”, me he convertido en una prostituta, no las beso, no las miro, solo llego hago lo mío y me retiro, sin la mínima intención de saber atisbo suyo.
Una bocanada más
¿Cómo llegue a ese lugar? No lo recuerdo, el veneno que habéis inyectado en mi, me provocaba una sensación de bienestar y placer fuera de mi comprensión, no era por el sexo, era por “ese instante después cuando se detiene el mundo y todo es perfecto, solo existíamos tu y yo”, he probado drogas habidas y por haber , pero ninguna ha logrado provocar esa sensación de paz en mi alma (si es que poseo una) que solo tu podías darme.
Una bocanada mas
Llevo mi mano hacia mi pecho ya que una punzada me atraviesa como se dice vulgarmente “hasta el tuétano ¡como duele! “se que no estoy sangrando pero, me duele” es tan insoportable, que en ese instante pienso en saltar por la ventana solo para acallar ese dolor, para palear ese sufrimiento, pero, eso me haría un cobarde y un débil, y ese no soy yo, nunca mas, tu abandono ha liberado a mi demonio , y su sed de sangre puede mas que mi propio dolor…
Una ultima bocanada
Apago el cigarrillo, tomo mis atavíos, me pongo los zapatos, me enfundo la camisa (no la abotono) y tomo mis posesiones que yacen junto a la lámpara color carmesí junto a la cabecera de la cama, me dirijo hacia la puerta, y una vos entre cortada y dulce pregunta - ¿A dónde vas?- me detengo en seco, ni siquiera la miro, salgo de la habitación y la puerta se cierra tras de mi, camino hacia el ascensor aun con la camisa abierta, se abre este y una bella mujer de entre veintiocho y treinta y dos años esta en el, sonrío, ella también, le guiño un ojo y se ruboriza, y mientras se cierran las puertas me pregunto -¿ cual será su nombre?, ¿lo recordare?, ¿en donde despertare esta vez?, y mientras descendemos a lo mas profundo y podrido de mi ser, le vuelvo a sonreír y digo –Hola- esta vez.
Haller23 de octubre de 2010

2 Comentarios

  • Norah

    cual será su nombre?, ¿lo recordare?, ¿en donde despertare esta vez?, y mientras descendemos a lo mas profundo y podrido de mi ser, le vuelvo a sonreír y digo –Hola- esta vez, estupendo discurrir de lecho en lecho y de un ansia que no cesa.Saludos..

    23/10/10 04:10

  • Mary

    Eh que buena historia, el final me gusto mucho. Espero leer mas de ti.
    Besoss y bienvenido!!

    23/10/10 01:10

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