Era un día magnífico, de estos en los que el sol brilla más que nada, en lo que lo único que se oia allí donde me encontraba era el oleaje del mar y la brisita del viento.
Me encontraba con fuerzas, es más me encontraba como hacía tiempo que no lo hacía, me sentía mejor que nunca y la verdad, es que no sabía la razón, pues siempre lo he tenido todo, pero hasta entonces no había sabido ser feliz de verdad.
Ahora, sí que lo sé.
Y no, no lo cambiaría por nada del mundo.
Me levanté y puse la radio bajita, estaba sonando una canción antigua, pero me pareció la mejor del mundo, salí al balcón y lo primero que noté fue la brisa del mar, vi, a lo lejos, un niño pescando con su padre, lo único que de vez en cuando se oía eran los gritos de alegría del muchacho porque había pescado un pequeño pez.
Magnífica noche había tenido, por fin lo había encontrado, sin duda alguna, sí, era él.
No paré de sonreir en toda la noche, es más a veces me sentía ridícula, no hubo silencios incómodos, bailamos, bebimos.... me besó.
Qué gran beso, durante el tiempo que duró no hubo música, no hubo gente, éramos él y yo, el mundo se paró y entónces supe que lo había encontrado.
Ahora sé lo que me faltaba, ahora sé que es ser feliz, ahora sé que es tener un amigo, un compañero, alguien que me apoye en los buenos y malos momentos, alguien con los que compartir mis lágrimas y mi risa, alguien que esté a mi lado siempre.
Ahora lo tengo a él.
Ya sé, ya sé el porqué de este gran día, porque es el comienzo de algo nuevo.
