Alguien espera ahí fuera
el dedo acusador o
el puñetazo frenético.
Alguien espera,
impasible y terco
el viento demoledor o
la ola de un grito
que hinque cristales de despedida.
Una huida irreal que resvale
entre sus dedos de arena...
Alguien espera ahí fuera,
anclado en sus tobillos de cemento.
Escuchando tus preguntas vanas
a la incógnita que acarició tus cabellos,
que te dió la llave.
Alguien espera ahí fuera,
sin preguntarse, siquera,
si está en lo cierto.
Espera tranquilo, como un barco sin viento,
a que se encienda la llama
que queme su quimera
o que evapore la lluvia
que empapa su frente.