Una vez más es el sonido del whisky
quién marca el compás de mis acordes.
Nube de arena y cristales
rompe una noche
de escenarios lúgubres,
de rojo terciopelo,
de margaritas,
pintalabios rojos...
y un sonido de fondo.
Una vez más se rompe,
caigo en el silencio
del que abandona la noche,
del que regresa agazapado
de un delirio de horas largas
que se vuelven cortas.
Aceras vacías,
luz odiosa.
Exhalo el suspiro del que teme dormir
para no despertarse,
del que teme no haber bailado suficiente,
del que teme que no haya más noches.
Se abrazan mis pestañas al fin,
rendidas a su oficio
de enterrar
aquello que tanto ha visto hoy.
Para dar paso
a un nuevo día,
a una nueva noche,
rincones y encantos.
Mundos de gas,
que ya solo tienen lugar
en el recuerdo,
de que una vez fueron,
lo que no volverán
a ser.
El viejo dilema platónico entre el mundo de los sentidos y el de las ideas, el de lo que deviene constantemente y el de lo que se mantiene imperturbable y vence incluso a la muerte. Sin embargo Platón se equivocaba, todo muere, aunque también Nietzsche, no todo cambia constantemente, unas cosas duran más que otras. Mis felicitaciones, tus imágenes a mi entender tienen al mismo tiempo fuerza y delicadeza. Pero tienes que hacerle más caso al corrector ortográfico del editor.