A veces siento la necesidad de correr, de ocultarme. Y de observarlo
todo tras la cortina de terciopelo rojo. Seguro y distante durante la
escena de cualquiera, infranqueable e invulnerable en la oscuridad
ociosa... en la multitudinaria soledad del backstage de la función sin
término. A veces siento la necesidad, sí, y corro y me escondo y me
acurruco y observo... He visto detenerse la vida en un almuerzo, entre
bocado y bocado, cuando los rosales florecían en el jardín. He visto
besos apasionados a la puerta de un tanatorio. He visto lombrices nacer
en el cráneo pútrido de un cadáver olvidado. He visto el primer par de
zapatos de un niño huérfano. Sonrisas en malos momentos, viejos
hábitos. Y la búsqueda inminente de un refugio en vísperas de una
tormenta de lava. He visto el miedo, si... y la libertad y la hilera de
dientes al tigre de la esquina.
A veces siento la necesidad de correr, de ocultarme y de observarlo
todo tras la cortina de terciopelo. Otras veces me hundo las uñas en la
cara y busco en mi interior pero no encuentro fuerzas... y dejo de
querer ocultarme... y prefiero ser yo y prefiero olvidar... y prefiero no
ver, ni oir, ni sentir, ni padecer... simplemente respirar y escuchar el
latido de mi propio corazón que creía olvidado...acercarme al neón
florescente, sex on the beach a 2,95 esta tarde.