Peatones hoscos y encorbados,
sin pasaporte vagaron.
Posaban sus manos, de uñas largas y roña,
sobre páginas amarillas de arena.
Serpientes sin escamas vagaron.
Sus bocas de humo dibujaron
sonrísas desdentadas, en momentos de llanto.
Pasajeros del vagón al Parnaso,
locos y sordos a veces,
vagaron.
Cuatro monedas de peaje
al delirio, su impuesto deseado,
en noches de jazz y voces roncas
agenas a las nuves deletéreas
y a los ríos de sangre.
Vagaron y rieron,
locos y sordos a veces.
Seguirán vagando ahora,
en su caverna infame,
despojos serán sus ropas
y tabaco su equipaje.
Hoscos peatones , sucios y encorbados,
vagan y vagaron.