Me senté en una habitación vacía,
con las paredes desnudas
y unas baldosas impecables.
Apoyé el rostro entre mis rodillas,
y abrazada a mi misma
cerré los ojos
y lloré en silencio.
A veces, la compañía de uno mismo es la mejor ayuda.
Gran poema, tan corto y tan intenso.
Besos!
19/01/18 10:01