El vuelo transcurrió con normalidad. Llegamos a la hora de comer , pues hay una diferencia de cuatro o cinco horas entre un país y el otro. Comimos y dormimos bien en la capital de la república de Kizigistán. Es un país de la antigua Unión Soviética en donde predominan los hombres de raza oriental, aunque todavía hay bastantes rusos viviendo. Recuerdo que después de comer nos dirigimos por una avenida en donde estaban los edificios de la Universidad y un peculiar mercadillo callejero en donde se vendía de todo. Debo reconocer que a pesar de estar en un país muy lejano del mío, no me sentía demasiado extraño, pues todo estaba bastante occidentalizado.
Al día siguiente nos dirigimos de nuevo al aeropuerto para coger nuestro avión oficial y dirigirnos rumbo a Afganistán. Aterrizamos en la base aérea de Bagram, que se encontraba en un llano rodeado de inmensas montañas nevadas que eran el comienzo de la cordillera del Himalaya. El paisaje era indescriptible; a la vez de árido tenía una belleza especial.
En ese momento, la Base estaba ocupada por el Ejército americano, y allí nos alojábamos personal de múltiples países. Había ingleses, italianos, coreanos, australianos polacos etc, etc. El acuartelamiento, anteriormente había pertenecido al ejército ruso hasta que abandonaron Afganistán, y fue entonces ocupado por el ejército talibán. Después del 11-S los americanos tomaron posesión de la Base en compañía de la Liga del Norte que era el ejército afgano opositor al régimen talibán. Las escenas eran impresionantes. En primer lugar es un terreno plagado de minas antipersonas por lo que estaba totalmente marcado y señalizado, de tal forma que no nos podíamos salir de las rutas establecidas bajo riesgo de pisar una de ellas. Pero no obstante, el trabajo que realizaron allí tanto los americanos como los polacos fue encomiable, e incluso alguno perdió la vida o una pierna en el intento. Recuerdo que un día tuvimos que amputar a un teniente del ejército polaco su pierna derecha pues en un descuido en su trabajo de limpieza de minas pisó una, perdiendo parte de la misma.
Verdaderamente es muy triste ir a un país para ayudar a su desarrollo y su paz y encontrarte con una pierna menos o con que pierdes la vida. Pero ese es nuestro trabajo y debo decir que yo lo hago con mucho gusto. Hay otros momentos también, que compensan las cosas desagradables.