Cruza el inmenso horizonte de mi mirada
que va a morir al final de tu espalda.
Atrapa mi cara entre tus temblorosas manos
y acariciala hasta que el mundo se caiga.
Y rueden besos entre los escombros del alma
precipitándose sin cesar burbujas de saliva
ávida de pasión entre cama, sentimiento y cuerpo
que perece si carece de tu esencia sobre él.
Devuélveme aquello que una tarde te entregué
bajo sol ardiente y unos labios de gominola
con sabor a brisa marina y gorjeo de aves
anunciando que tu corazón ya me quería.
O corre con ello y escapa por los abismos
desciende por volcanes de cruel tentación,
aguanta mares de lágrimas y cantos de sonrisa
sobrevive a todo eso y trata de volver a mi.
Que yo aqui te esperaré tirada sobre la arena
jugando con los castillos que el viento se lleva,
aguardando tu voz susurrando mi oído de nuevo
y tu boca comiendo la mía haciéndome vivir...