Allá arriba no sólo se siembran mundos:
se hacen cruces alineando planetas por maderos.
Están las encrucijadas donde pasa la Virgen:
Vira la gravedad ante su halo poderoso.
Allá arriba quizá latieron corazones de santos
y no haya ni una zona que no roce el Espíritu.
El alma reconoce que su estupor se instala
en los ojos, buscando el pecho de una galaxia.
De lo alto descienden las luces clandestinas
que se animan a hablar de simiente y pecado
y a quemar las moradas más tristes de la tierra
para que se perpetúe un buen sentido en las sienes.
Más se encuentra que el hombre ha levantado el puño
y que anhela podrirse en la carne que es.
Me ha gustado
un saludo
Antonio