Cuando vaya a Santa Fe
seguramente me encontraré con Carol.
Charlaremos acerca de bocas color de mandarina
y si tuvo su tiendita Marcel Proust
y lo hermoso que escribía E. Pound.
Nos tenderemos sobre caligrafías
a contemplar el amor en los cerezos.
Miraremos los cielos codiciosos
y el estremecimiento de las nubes por siglos.
Reirémos como dos charlatanes
confinados a un espacio sin hastío.
Ella me manipulará con sus palabras
y yo la dejaré ser soplo divino.
Cuando vaya a Santa Fe buscaré albergue
arando en los abrazos de mi amiga.