Y fue un silencio de grandes catedrales
esperar por ti en la noche clandestina.
Sentía el tarareo de los vientos
que clavaban su sangre en las sentinas.
Sentía la soledad de la orinoquia
pasando junto a mí con sus giros volátiles.
El dormirse y despertarse de las facciones de insectos
circulaban muy cerca de mi encía.
Al fin apareciste en un lento huracán
llevando las fijezas de muchos madrigales:
Bella en tu cintura de hoja recortada.
Bella como señora de toda belladona.
Taconeabas sobre los símbolos estelares
y yo me aventuré a entrar en tus espejos.
Muy bonito saludos Irus