De todo lo que mi corazón puede guardar.
De lo que está destinado para que yo lo viva
y que estará conmigo sea me desgarre o no
sobresale tu forma de señuelo marino,
las manos que me esperaron luego de desencuentros
y el sabor de agua dulce que me era tu saliva.
Estás como apegada al fango mi carne
y aún reptan tus latidos en los latidos míos.
En este corazón contraído que tengo
hay un altar de fango que todavía te vela
y desea que regrese tu risa milimétrica
que le fue suficiente para reir dormido.