Laceraciones del trueno en las esquinas del vértigo:
Los elementos predisipados tienden a desmoronarse.
Caen en remembranzas y se esterilizan insólidas bahías.
La penumbra del hombre lleva un paso como que evade la muerte.
Patria de arboledas y fábulas desde siempre desgarradas.
País que no tiene lugar donde lograr un ensueño.
Las estaciones se han detenido al borde mismo de lo migratorio
y cada cosa a la deriva tiende a engendrar un velo blanco.
En este lugar en que la deshora ha tomado el protagonismo
nuevas formas dejan vaciarse a las previamente anémicas.
Los colores dan fondo al segmento en que se decapita un fotón
y las lloviznas se fueron en sus fugas más postreras:
Entonces entiendo que no soy más que un animal del infierno
y que he perecido entre el fragor de las flamas que atacaron el traspatio:
En mis ojos se juntan sangre, fuego y salitre
pero no puedo gritar pues se me han calcinado las gargantas
Gracias querida Setefilia por tan agudo comentario: Veo que eres una gran amiga y una excelente crítica de la poesía. Un gran abrazo. Irus