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Recuerdos de Moscú

Llegando a Moscú
Hice mis estudios universitarios en Física en Moscú, en la Universidad de la Amistad de los Pueblos, Patricio Lumumba. Una universidad que ahora tiene otro nombre, llena de extranjeros, africanos, árabes, asiáticos, hindúes, latinoamericanos, un verdadero mundo internacional que además ayudaba a justificar un sistema que en aquel momento vivía su más grande apogeo. La mitad de los estudiantes venían de la misma ex - URSS, la mayoría rusa, ucraniana y bielorrusa, menos de armenia, de Lituania, de Georgia, etc.
Era también la Universidad que el mundo occidental consideraba como aquella que formaba a todos los líderes comunistas de los países en vías de desarrollo. Los occidentales no tenían ni idea que los extranjeros eran libres de decidir si aceptaban esa ideología. Al menos soy testigo que muchos se regresaban a sus países convencidos de que el comunismo no era una alternativa para ellos. No puedo negar de igual manera que había grupos que seguían el comunismo como ahora en los países árabes siguen el fundamentalismo musulmán. Lo común era encontrar personas que mantuvieron y mantienen un criterio evolutivo de justicia social.
Llegue a Moscú en agosto de 1976 a la edad de 17 años, recién cumplidos. Era la primera vez que salía por un largo tiempo y muy lejos de mi casa y de mis padres. Al llegar a Moscú nos recibieron otros estudiantes peruanos. Muchos de ellos esperaban las noticias frescas del Perú y también los encargos de sus familiares. La comunicación en esa época era casi nula. Ya era de noche, así que un bus nos llevo a la residencia Universitaria. Todos quedamos sorprendidos al notar que teníamos que pasar una semana en cuarentena. La mayoría de nosotros, sin experiencia en esos afanes, creímos que quizás era necesaria esa cuarentena, por algún bicho raro que posiblemente portábamos. Después de mucho tiempo me di cuenta que eso era exagerado y de muy mal gusto. De uno u otro modo esa semana de encierro nos permitió conocer a mucha gente y de diferentes países, de todo el mundo. Nos vino bien además, porque nos permitió prepararnos para ciertos exámenes de conocimientos que nos esperaban a la salida de esa cuarentena. De esos exámenes dependía nuestro ingreso a la facultad. Al fallarlos, hubo casos que muchos no fueron aceptados en las facultades de medicina, ciencias e ingeniería. En ese caso, los enviaban a carreras menos “complicadas”, como de economía, historia y lenguas; en los peores casos eran enviados a carreras técnicas en otros institutos.
Con menos suerte que otros, en la cuarentena, me sentí mal y caí enfermo, como confirmando o dando razón a los rusos sobre los bichos que teníamos encima. Tuve un poco de fiebre y los rusos con el temor de enfrentarse a un súper bicho sudamericano me enviaron a un hospital, que lo recuerdo tan feo, tan frio y en la parte más alejada de Moscú. La verdad es, que nunca me dijeron que tuve, pero yo si estoy seguro que tuve una indigestión por ese yogurt, o esa coliflor que nunca había probado en mi tierra. Lo que si recuerdo son las súper medidas de seguridad de mi habitación en ese hospital que consistía en un sistema de doble puerta, y el intermedio esterilizaban el aire que fluía desde mi habitación.
Recuerdo a Galo Ruelas, que en ese momento era el Presidente de la Asociación de Estudiantes Peruanos en la ex-URSS, fue el único que me visito en el hospital, me ayudo, y me devolvió a la cuarentena después de salir de alta del hospital, acto que recuerdo con mucho aprecio. Salí del hospital después de unos días, y con Galo a mi lado vi por primera vez las calles de Moscú. Conocí el Metro de Moscú y después de cierto tiempo llegamos a la residencia universitaria, otra vez a la cuarentena por algunos días mas. Los amigos peruanos fueron muy solidarios conmigo, ellos y ellas venían a visitarme a la cuarentena por solidarios y porque me había hecho famoso de haber sido el único infectado en todo el grupo de peruanos.
A la salida de la cuarentena ya tenía un lugar en la residencia estudiantil de la Av. Mikujo Maklaya. Era una habitación (komnata) a compartir con un pakistaní y un africano de Ghana, ambos mucho más viejos que yo. Los pobres sufrieron mucho conmigo, especialmente el que venía del África. Yo con mis 17 años y el con sus 35 años o más, acostumbrado a la tranquilidad y a que le hicieran caso, no pudo resistir los olores de mis calcetines, ni mis habituales malas costumbres como el de manosear su radio multi-ondas que había traído escondido especialmente desde el África para escuchar la BBC de Londres, algo que en Moscú estaba aun prohibido. Así que como resultado de esa incompatibilidad internacional me cambiaron de habitación y esta vez para compartir con un caribeño y un africano pero que hablaba francés, mas latino digamos, y con ellos la pase muy bien.
Iniciamos nuestra actividad universitaria en la “Preparatoria”, un invento de la universidad con la finalidad de niveláramos con la escuela soviética y aprender el ruso. Un año de preparatoria o de la "prepa", como le decíamos, fue sobre todo un año de inicio y de encuentro con soviéticos y con otros extranjeros. A Moscú llegamos 32 peruanos el año 76. Como es habitual entre peruanos, desunidos. Los cuzqueños muy regionalistas, se agruparon rápidamente. Otros serranos sin grupo se unieron a ellos. A mi que venia de Chiclayo, pero de origen Ayacuchano, mas o menos me aceptaban. Desde entonces se hablaba de los cuzqueños, y un poco de los "limeños" o los "norteños". A mí me dio gracia descubrir, que ellos utilizaban la “i” – latina en vez de la “y”-griega para unir las palabras.
En la "prepa" para estudiar el ruso hice parte de un grupo de latinoamericanos: dos colombianos, un panameño, un nicaragüense, dos brasileños, y dos peruanos.
Teníamos una profesora de idioma ruso, Ana Arkadieva, que además de profesora fue una amiga para nosotros, no hablaba español pero si el italiano y de esa manera en las primeras semanas nos entendíamos. Las clases de ruso eran por lo general en las mañanas y los otros cursos como matemática, física y otras disciplinas se hacían en las tardes. Para el grupo la "prepa" no fue difícil en general, aunque sí lo fue para el amigo panameño.
El panameño
El más débil del grupo. Fue el que se llevo todas las burlas y "maltratos" del grupo, un clásico tratamiento negativo de grupo hacia una persona, creo que eso le hizo mucho daño y finalmente no acabo la carrera con nosotros pues le recomendaron ir a una Escuela Técnica para continuar sus estudios. Lo admirable de este muchacho un poco pasadito de años fueron sus deseos de ser físico quizás por la pegada que recibió en mi grupo. Después de sus estudios en técnica electrónica, que a propósito fueron excelentes, regreso a la universidad y termino su diploma de físico. Según tengo entendido, ahora él se encuentra trabajando en una universidad del Panamá. Para mi Arístides fue un gran amigo, siempre escuche lo que me decía y por mi parte siempre intente ayudarle en sus estudios pero no lo logre.
El nicaragüense
Ramón había estudiado tres años de física en Nicaragua, para nosotros el era lo que queríamos superar. Nunca hasta ese momento había conocido a alguien como él, inteligente y testarudo. Lo sabía todo y el problema es que te lo hacía notar. Siempre terminabas como el tonto del día cuando estabas con él. Yo era el blanco más preferido de Ramón. Pero me ayudo mucho pues me obligo a ponerme las pilas. Me corregía el español que hablaba continuamente, ya que los modismos de mi querido Chiclayo no eran compatibles en ese ambiente internacional que empezaba a conocer.
Después de que se fue de Moscú, no supimos mucho de él. Ahora sé que es profesor en una Universidad en el caribe colombiano. Goza Ramón.
Los brasileños
Recuerdo mucho a Montserrat que al otro. Montserrat era muy graciosa, era la única chica del grupo, muy inteligente y trabajadora. Tuvo una clásica conducta y permaneció con nosotros los 6 años de estudios. Ella termino sus estudios de Doctorado en Física en Heidelberg - Alemania. Después fue al Brasil, USA como profesora.
Los colombianos
Hernando y Francisco. Francisco, el gordo, había iniciado sus estudios de Ing. Electrónica en Colombia, era muy ordenado y hablaba muy despacio como si se esforzara en no equivocarse y a la vez forzando la perfección. Era el eterno enamorado del grupo, había dejado en Cúcuta, su tierra natal, una bella colombiana, a la que no quería perder y creo que ella se enamoro mucho mas de Francisco en el tiempo que él se encontraba estudiando. Finalmente se casaron y ahora se encuentra en Cúcuta trabajando para Telecom. Fuimos buenos amigos y quería a mi esposa e hijos, posiblemente porque eso era lo que él quería tener, una familia. Nos ayudo mucho, con su amistad y económicamente. Creo que nunca olvidare su buena voluntad y su sinceridad como amigo.
Hernando, fue mi mejor amigo, creo que nos llevamos muy bien cuando fuimos estudiantes, pasamos momentos muy agradables y lo más importante fue que ambos teníamos una manera común de divertirnos. Salíamos siempre con el propósito de encontrar nuevas aventuras. Como estudiante Hernando fue el mejor del grupo, termino su doctorado en la Universidad de Colonia - Alemania. Ahora está en México como investigador y continua haciendo lo que aprendió en Moscú y Alemania. En la vida de un investigador esa trayectoria científica no es evidente. Mantener el tema de trabajo por una vida te distingue. Él ahora es el Director del Instituto en donde trabaja,
Los peruanos
Eduardo y Jorge ambos trujillanos y muy distintos. Ambos fueron muy hábiles estudiando. Eduardo se caso con Montserrat y fueron juntos a estudiar a Heidelberg en donde terminaron su doctorado.
Con Jorge hicimos mas amistad. Le vi en el Perú, cuando el apenas llegaba de Alemania. Me dijo que había recibido una propuesta de la Universidad de Trujillo para trabajar como profesor. Finalmente no acepto y regreso a Alemania. Luego me entere que se fue al Brasil, Río de Janeiro en conquista de una carioca. En Brasil acabo su doctorado y es profesor en la Universidad de Rio de Janeiro.
Y yo, fui a Perú, y empecé a trabajar como docente universitario. Al final del 88 trabajaba en tres universidades, en San Marcos, UNI y Ricardo Palma. Daba cursos de física y matemática para pre- y post-grado. El 89 me fui del Perú para trabajar en el CERN, allí en donde se invento el web. Hice un doctorado en la Autónoma de Madrid.
La preparatoria
La gente de mi grupo no tuvo problemas para aprender el ruso, más aun, creo que en tres meses todos empezamos a estrenar en ruso una ligera conversación, unos menos y otros más, en realidad eso dependió de la disciplina de cada uno. Como en todo ambiente universitario o pre-universitario la vida estudiantil que nos tocó vivir en Moscú, se desarrolló de una manera muy sana y para que, no puedo negarlo, muy bonita.
Leer, leer y leer
Empezó una fiebre por la lectura, y se hizo mucho más intensa por la facilidad que había de conseguir los libros que querías y porque eran muy baratos. Nos habíamos vuelto fanáticos por leer novelas de autores latinoamericanos y rusos. En un momento hubo una preferencia por F. Dostoievski - "Crimen y Castigo", el más devorado por los adictos al desvelo, al cigarrillo y acompañados con varios "tchais" (te), durante la noche, lograban la combinación perfecta para internarse en el mundo de Raskolnikov. Me obligaron y con mucho pesar a enterarme de que trataba la novela de "Los hermanos Karamazov", ya que no faltaban compañeros pesados, casi parricidas, que insistían en decirte lo agradable que les había sido su lectura. Para los románticos "Anna Karenina", de L. Tolstoi, a quien yo ya conocía por la famosa película rusa "la guerra y la paz" que estrenaron en Perú por los 70s cuando yo era aún un niño, y que me hizo dormir las seis horas de ese largometraje napoleónico francés, porque no entendía como los franceses con la apariencia de soldaditos de plomo, se dejaban matar con una facilidad en el lento avance en sus batallones. Así pues era el inicio de la preparatoria, y cada vez se intensificaba ese deseo por la lectura, tanto así, que casi fue indispensable haber leído "La Madre" de Gorki, una novela que se decía se hizo a pedido para justificar y alimentar el sentimiento revolucionario de la época; y cuidado si no habías leído "María" de Jorge Isaac sino ante una chica quedabas como el más grande de los tontos. Y lo peor se hacía cuando no conocías a un autor o una novela, porque en cada encuentro entre amigos era obligatorio comentar que habías leído y si no lo habías hecho, era como un pecado y como resultado te hacían pasar un mal momento. Era una prueba intelectual que se practicaba con frecuencia. A veces tenías que dar la impresión de que estabas enterado de lo que se hablaba, moviendo la cabeza de arriba hacia abajo y dando a entender lo evidente que era el tema en discusión. A mí personalmente me gustaba leer, pero sin ese fanatismo que observaba en los demás, así que con inteligencia, me nutria de los resúmenes de varias novelas para no poder estar fuera de la conversación en caso se trate el tema.
A Ramón le encantaba mencionar el Quijote que sin duda es una excelente novela pero a mí su lectura me hacía dormir, porque no entendía de verdad esa fantasía caballeresca ni ese amor obsesionado, en un lugar de la Mancha, hacia una Dulcinea que no existía. No prefería ni a su Rocinante como caballo ni al burro sin nombre de Sancho Panza, prefería sin lugar a dudas salir y conocer la ciudad que a tan noble caballero le toco por suerte del destino visitarla por seis largos años de su vida e intentar no virtualmente sino en la vida real, de encontrar una Dulcinea, y no del Toboso sino de ese pueblo "Ruski", que tan orgulloso debe estar, por tener a las más bellas damas del mundo eslavo.
A estudiar pero qué?
En la prepa las aspiraciones profesionales de muchos de mis compatriotas no estaban aún definidas, algunos de ellos no estaban contentos con la carrera que la beca les ofrecía y querían cambiar por otra. Ese era mi caso inicialmente porque la verdad yo no quería hacer físicas, quería hacer medicina. Pude notar que la astucia se impuso, y algunas chicas de mi promoción lo lograron estando incluso en la cuarentena y por eso unas cuantas ahora son médicos. A mí personalmente la física me gustaba, pero en ese entonces me gustaba más la medicina. De física sabía algo, como la historia tonta de la manzana que al caer sobre la cabeza de Newton le permitió descubrir la ley de la gravedad. Una historia que quizás fue inventada para los niños pero que se quedó como un anécdota y a veces se repite hasta en las universidades. Yo por si acaso nunca lo hice.
En la preparatoria nos tocó como profesora de física una brasileña que se había criado en Moscú a razón de que su padre tuvo que fugar del Brasil por sus ideas progresistas. Ella era Volia Brandon, una excelente persona y muy preocupada por los latinoamericanos. En nuestra universidad trabajaban otras personas de origen español, que al igual que Volia habían llegado a Moscú pero esta vez a razón de la Guerra civil española, como Don Mariano y otros que ahora ya no recuerdo sus nombres.
Bueno, ella me toco como profesora de física y se ocupó de convencerme que mejor era estudiar física teórica que medicina. Cosas de la vida. Y aprovechando la facilidad de imaginación que ustedes tienen, a ella no le costó mucho convencerme, porque hacer física teórica en la universidad te distinguía, te hacia diferente y porque no decirlo, interesante. Así que me quede como físico, y en la vida estudiantil iba con mi personalidad ya que eso me permitía ser lo que quería, es decir distinto, interesante, pero sobre todas las cosas, estar sobre todos los demás. Un pensamiento megalómano pero propio de un jovencito soñador de ese momento.
Salir para aprender el ruso
En la prepa había tiempo para el relajo, como ir y conocer la ciudad, Moscú, que es una ciudad hermosa, monumental, y enorme. Ir a la Plaza Roja era lo primero que hicimos, y descubrir allí el Mausoleo de Lenin. ¿Quién no hizo esa inmensa cola para conocer el interior de ese mausoleo y ver al creador de ese imperio que empezamos a conocer? Otro rumbo de interés era llegar a la “VDENJA", pasando primero por el obelisco dedicado a la cosmonáutica soviética (rusa), y luego llegar a ese gran espacio de exposición que la fuerza soviética imponía en el mundo, con 15 estatuas que representaban a las repúblicas soviéticas. Los paseos en este lugar se hacían muy interesantes y tengo entendido que para muchos de mi promoción era el lugar de cacería. Es decir ir a la caza de chicas soviéticas. La idea era aprender el ruso, y esta era la mejor manera, además de conocer a una chica, podías poner en práctica lo que estabas aprendiendo. Y cuando le hablabas a un chica para conocerla, la palabra usual de ellas como respuesta era el "не надо" (NN - nie nada), es decir, para que, no es necesario, no molestes. Si después le pedías acompañarla, la respuesta era nuevamente NN, pero seguías tras de ella, y ¿cómo te llamas?, - ella otra vez NN, y el, seguro le decía, ¿Katiuska?, ella se reía, y otra vez decía NN, pero te decía también - me llamo Tania. A Taniushka!, ¿en dónde vives?, ella nuevamente con el NN, pero ya más o menos sonriendo, y así con el NN la "caza* continuaba hasta la casa de Taniushka. Algunos solían confirmar que hasta en el momento más íntimo el NN continuaba hasta las últimas consecuencias. De la teoría a la práctica, el mejor método para aprender el ruso: “Pусский язык для всех!”
Un pequeño paseo por Leningrado
Se comentaba que había una costumbre de jugarles una broma pesada a los nuevos de la preparatoria, yo personalmente nunca vi que se hiciera. La broma consistía en llevar a un grupo de nuevos, de la prepa, a uno de los anillos del metro de Moscú, tenerlos allí dando vueltas unas cuantas horas, hacerles creer que se había llegado a Leningrado (ahora San Petersburgo) - que en realidad era la estación Leningrado de trenes de Moscú. Con el poco ruso que sabían los nuevos, cuando salían de la estación podían leer en ruso que decía Leningrado por todo lado y se convencían que realmente habían llegado a esa ciudad. Luego de pasear por esa ficticia ciudad unas cuantas horas, el regreso se hacía de la mismas manera, otra vez unas cuantas horas en a la circular. Lo que si les puedo, garantizar que a mí no me la hicieron.
Me falta jabón!
Los peruanos que llegamos a Moscú en ese final de verano del 76, mismo si veníamos de un país pobre, que en esa época era parte de ese bloque de países no alineados y que en el mundo occidental nos conocían como un país del tercer mundo, ahora somos parte de los países en vías de desarrollo, en fin seguimos siendo pobres, pero mismo así, en el Perú, podíamos tener algunos productos de limpieza comunes de marcas conocidas, como Kolynos para los dientes y varias marcas de shampoo para el cabello. Sin embargo en Moscú, cuando lo que habíamos traído con nosotros, se nos acabó, obligados teníamos que utilizar los productos locales, y nos dimos cuenta que la crema dental, era casi liquida, como el shampoo; el papel higiénico era escaso, y el jaboncillo era tan malo que escuche a alguien que le hacía anti propaganda diciendo: "Jabón русский лес (ruski lies - Bosque ruso), bueno pero para los pies". Y los perfumes, ya ni hablar de ellos, era mejor ni olerlos. A escasez de jabón, en los baños de la residencia de los "prepos", que se encontraban en el subsuelo del edifico de 5 pisos del tercer bloque, los que padecían eran nuestros compañeros africanos, que a suerte de tener muchas gangas en aquel sistema socialista soviético, como más dinero, mejores vestidos, mejores chicas etc., conseguían y tenían los mejores jabones del mundo occidental, más grandes y con mejor perfume. Entonces, cuando se estaban bañando en las duchas del subsuelo de la residencia, al menor descuido y cuando estaban empapados de espuma, el jabón desaparecía! Alguien ya lo había cogido, e inmediatamente después el grito del pobre africano que no encontraba su jabón. Bueno lo mismo pasaba con el shampoo si era del bueno.
Con el papel higiénico era distinto, había muchos, especialmente aquellos del mundo musulmán que no lo utilizaban, e iban al año con una botella llena de agua. La verdad para nosotros eso era un problema, ya que teníamos que secar el baño mojado que dejaba esta gente. Vale entonces recordar la técnica de esa gente para evitar el uso del papel higiénico, su secreto era dejarse crecer la uña del dedo meñique que con ayuda del agua, se las arreglaban para no usar el papel higiénico.
Jagalit17 de abril de 2013

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