Llevo unos días en los que por fin me siento liberado de aquel infierno que me dejaste.
He encontrado alegría donde no había esperanza y he superado el aferramiento a los recuerdos.
Ahora... soy otro, ya no yace en mi la necesidad de saber de quien mucho me ha querido y por quien mucho he sufrido.
Pienso que todo pasa por alguna razón.
Pero he descubierto que la búsqueda de motivos a veces no conduce a ninguna parte más que al dolor.
He caminado solo, pero contigo y me ha costado muchos llantos deshacerme en el camino de la seguridad transmitida por tu mano.
Ha llegado el momento en el que me he dado por vencido, el momento en el que por fin soy capaz de desear que alguien sepa entregarse mejor de lo que yo he podido.
Mentiría si negará recordar lo que es y ha sido un amor inigualable, mentiría si afirmara que me arrepiento de haberte conocido, y mentiría si negara desear que alguien me hiciera sentir tan vivo y tan feliz como lo hiciste en su momento.
Pero ahora ya no puedo quererte más, ya no puedes ocupar la mayoría del espacio que hay en mi corazón y en mi pensamiento, porqué me he dado cuenta de que ya no valen las palabras, ya no sirven las promesas y ya tu ausencia no me sugiere el vacío.
Hoy agradezco poder darme cuenta de mis prioridades, agradezco haberme desecho de todo aquello que causaba tristeza en mi ser y hoy agradezco volver a sentirme a mi mismo.
A pesar de las cosas que me hubieran gustado enseñarte y a pesar de todos aquellos sueños que yo tuve contigo, en la balanza el sufrimiento ha vencido a la esperanza.
Y por ello es Mi alma gemela que aquí me siento lo suficientemente fuerte como para decirte que me despido de sin duda alguna de la mejor etapa de mi vida.
