De su melena rizada, oscura como el pecado, se desatan las pasiones y los sueños. De su sonrisa forzada surge el temor de un nuevo amanecer, lejos del sueño. No hay eternidad que no muera en sus ojos, ni palabras que no evoquen cada letra de su nombre. Es hermoso comprobar que aún nacen diosas, que, pese a todo, no se logra secularizar la divinidad de ciertas vidas, ladronas de versos lanzados con ingenuidad, de sueños confusos que descentran las alas del último vuelo.

Es hermoso comprobrar que existes porque, al menos, puedo escribirte. Mojar mi tinta en tu pluma y perderme en el mapa de tu piel para llegar a la tierra inalcanzable de una vida a tu lado. AMOR, cielo, verso inconcluso que ahuyenta al arte, dulce laberinto de risas y llantos, hogar siempre abierto al futuro de este presente que grita tu nombre, te lleva consigo, te acuna en la tormenta y prepara el último hechizo que te haga reir.

Dos nombres se muestran en el campo de batalla de tu cuerpo: honor y gloria. Blasones del fiel caballero que ahonda en la llama del dragón del rechazo. A veces tan cerca, y, sin embargo imposible… Eres la imagen lanzada al alba que envuelve tu suave roce inalcanzable… pero mis sueños te atraerán a mi cama, solo por esta noche, solo en este preciso momento en que, tu recuerdo, provoca sonrisas y ecos lejanos de dos voces confundidas: las nuestras.

“Parece mentira”, dijo La Voz, “ahora te das cuenta de que el AMOR te impidió, otra vez, cumplir más de quince años…”

JavertSeguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos