Noche cerrada, estrellas ausentes. Frío. La tenue luz de los faroles golpea el cemento. Una tímida brisa recorre salas y andenes. Los durmientes crujen, asqueados de tanto polvo, de tantos años. Los rieles en un agudo lamento gimen, lloran. Un lejano sonido informe contamina el aire, los segundos corren, ruedan; como así rueda el acero sobre la espuma. La bocina truena, el germen de la revolución industrial se presenta estoico, rígido, de la misma forma en que el viejo capitán aguardaría el hundimiento del buque; se detiene.
Fantasmas asoman sus fauces, parece no existir rastro humano al mando del elefante gris. Nadie espera. Nadie aguarda con ansiedad las notas agudas del cansado silbato.
Un tiempo sin horas aliena esperanzas. Solo queda el sonido, repetido sonido, cobarde sonido de un tren sin hombres penetrando la nada.

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4 Comentarios

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  Cimoni

  Interesante relato, con imágenes que llevan a imaginar esa soledad entre rieles.
  Saludos
  Pame.

  13/11/13 12:11

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  Mateo

  En la soledad de esa noche tu le pones una nota de tu sensación a todo aquello que te rodea y te es cotidiano, intentas vislumbrar un algo en donde ya no lo hay pues esos andenes vacíos y esos vagones abandonados y esa máquina que viene a lo lejos, todo ello en su momento creadores de movimiento, que se convierten por momentos en reflejo de melancolía de tiempos mejores, aún así sabes expresar lo que desde dentro de ti fluye en esa estación con un tren que para siempre en tu vida ....profundo y complejo....un saludo ...gracias ...

  14/11/13 10:11

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  Javieroscar

  Pamela muchas gracias por tu tiempo.-
  
  Saludo grande
  
  Javier.-

  14/11/13 01:11

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  Javieroscar

  Mateo me sorprende lo certero de tu comentario, gracias a ti por la lectura y el análisis.
  
  Me alegro que te haya gustado
  
  Un abrazo
  
  Javier.-

  14/11/13 02:11