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Eskaleak

Sabe, perdón, disculpe la impertinencia en la utilización del termino, claro que no lo sabe si aun no se lo he contado. Creo no haber hablado nunca de esto con usted. Escuche. Siempre supe que mi vida ha transitado un camino de algodones, lo que se dice una vida muy cómoda. En muchas oportunidades he sentido la necesidad de abrir la ventana de mi antiguo departamento y gritarle al mundo lo agradecido que estaba de ella. Eso si, algunos reproches he arrastrado en la maleta, reproches con destinatario incierto, aunque muchos de mis amigos y compañeros se obstinen en corporizarlos en gobernantes de turno, empresarios desalmados e incluso alguna divinidad alfabetizada. Yo por el contrario siempre presentí que la explicación, si es que tal explicación existe, se encuentra más allá del ocaso, que su análisis debe ser amplio y discutido. Esta profunda indignación que yo padecía se revelaba ante mí principalmente en las grandes ciudades, como el smog espeso que allí habitaba o como la indiferencia repugnante de la raza humana hacia el prójimo. La primer punzada al alma la percibí en la temprana niñez, en aquellos primeros viajes a ciudad capital. Luego, con el transcurrir de los años y ciudades, las grietas se fueron profundizando. Lo que mas me lastimaba era ver niños, madres y ancianos viviendo en aceras o en portales de edificios públicos.
No se si le comente, pero mi holgado pasar económico de joven y el pueblo en que he vivido me impidió notar el semejante desajuste social que existía en el mundo. Yo era un pequeño empresario local con preocupaciones nimias tales como deudas con proveedores o alguna que otra morosidad bancaria, pero lo que se dice problemas nunca los he tenido. No me he casado, pero novias no me han faltado, con ellas he viajado alrededor del mundo y le puedo asegurar que lo que aquí llamamos mendigos existen en todas partes. Les llaman bagger, clochard, eskale o captaire; todos pasan las mismas penurias, el mismo frió, el mismo hambre. Padecimientos ineludibles de los sin techo. Lo que tal vez no alcanzaba yo a observar o mejor dicho a reflexionar, era el verdadero sufrimiento de esas personas sin hogar, el desgarro espiritual, el desamparo, la profunda tristeza, el desmoronamiento de la propia dignidad. Y mire que lo que le estoy diciendo se sostiene con fundamentos sólidos y empíricos. O acaso todavía no lo pensado. ¿Cómo no lo pensó? ché, si hay algo que a usted le sobra son horas para reflexionar. No lo nota en los ojos de los transeúntes, no observa la piedad o la indiferencia inmersa en esos zapatos de charol. Y mire que por aquí pasa mucha gente, mal no elegimos por ahora nos alcanza para comer algo y acompañarlo con un traguito. Dígame la verdad, frente a la plaza, con el verde césped, los árboles y palomas por doquier, mal no estamos. Tal vez el colchoncito no nos acompaña pero cartones no nos faltan. Quien lo iba decir este pequeño burgués pidiendo limosna a solo cien metros del presidente, Cachito, mirame ché, ¡todo un lujo!.


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Javieroscar19 de julio de 2013

2 Comentarios

  • Neogrekosay2012

    La realidad se oculta. Vemos aquellos que se ajusta a nuestros intereses. De igual modo, la vida es un cúmulo de circunstancias variadas. Todos estamos en medio de una nada indefinible. Ser justo, generoso, abnegado...resuenan en pasados remotos. Gracias por no haber perdido la cualidad de observar.

    20/07/13 01:07

  • Javieroscar

    Muchas gracias.

    20/07/13 10:07

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