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Puerta, Hilos y Sueños 11 de julio de 2012
por jefvolkjten
La puerta de madera está cerrada y lista para soportar cualquier ataque. Es una puerta enorme, fuerte e implacable. Es la puerta de una pequeña habitación. Es una puerta segura. Dentro, objetos desperdigados aquí y allá visten suelo y paredes, pero ninguno de ellos cobra tanta importancia en esta historia como la cama. Ubicada en una esquina, es suave y pequeña, con finas mantas que incluso al más poderoso de los vientos logran espantar. Pero lo que da belleza a esta cama es la escena que tiene sobre ella. Una pareja dormita apaciblemente mientras ventiscas maléficas azotan el mundo exterior.

Ella y él descansan juntos, refugiándose de aquellas fuerzas que pretenden distanciarlos. Una ventana del tamaño de un ojo de gigante deja colar una tenue luz que baña las facciones del hombre. El rostro de la mujer está oculto bajo las brillantes cascadas de su cabello negro. Seres alados de mirada hostil intentan derribar la ventana, sin éxito. Dan un rodeo y se topan con la puerta. Lanzan fuego, golpean con garras, pero la madera se mantiene en pie. Es una puerta segura. Dentro, en la pequeña habitación, en la suave cama, sobre las finas mantas, el hombre extiende una mano hacia la cara de ella. Al cerrar los ojos, sus dedos adquieren la visión de las mejillas, cálidas y delicadas. Acaricia su oreja izquierda, luego el cuello. Los dedos se alejan hacia el brazo, bajan por él hasta encontrarse con su mano, hecha a la perfección para encajar con la de él.

Fuera, tormentas perversas despiertan en su afán por acabar la magia que vive la pareja. Sin embargo, ellos no se alteran; su ritual continúa elevándose, tornándose más sublime. Mientras ella duerme, el hombre roza su nariz, sus labios, su frente. La mujer mueve una mano que entra en contacto con la mejilla izquierda de él, causándole un temblor que alcanza los cimientos de su alma. Abren los ojos, se observan lentamente, a ratos intentando rehuir la mirada del otro, pero es imposible. Son como imanes preciosos que poseen una magnética atracción mutua. De repente, ella abre sus labios y lanza una palabra, ocho letras entrelazadas que se extienden, alcanzándolo como hilos invisibles que se enroscan en su brazo derecho. Tiran sigilosos hasta esfumarse sobre el cuerpo de ella formando un abrazo inquebrantable. Están cada vez más unidos. Ya sin hilos de mágicas letras, dedos curiosos recorren la espalda de ella con impaciencia, deseosos de memorizar cada ruta secreta de aquel cuerpo perfecto. Descenso por los hombros, caída en la columna, atajo hacia el ombligo, ascenso sobre sus senos…Cada paso es grabado a fuego en sus yemas. Con aires de picardía, dos dedos prófugos se escabullen más abajo de lo debido, provocando una respiración entrecortada que el hombre escucha extasiado.

En el exterior, monstruos soberbios desatan fuerzas de la naturaleza para que destruyan tal conexión. La maldad de mil reinos parece cernirse sobre la alcoba donde la pareja yace ignorante de todo cuanto acontece a su alrededor. Una negrura espeluznante engulle los restos de luz que se filtran por la ventana, arremete contra la puerta de madera que cruje estrepitosamente. El mal parece estar por triunfar, a punto ya de entrar para separar a los amantes. Pero…

Dentro, en la pequeña habitación, en la suave cama, sobre las finas mantas, el hombre absorbe el aliento de su acompañante. Y entonces, en medio de la oscuridad, los labios de ambos se encuentran. Atendiendo a un llamado inexorable, ambos se besan encajando un labio sobre otro, enlazando lenguas, humedeciendo apasionadamente, recolectando dulces sabores secretos. El beso silencioso resuena en demonios y seres alados que horrorizados huyen despavoridos. La oscuridad total se ve herida por una penetrante luz que surge por doquier. Y en la cama, la suave cama, el beso de amor prosigue en una danza lenta y rítmica que arde con ímpetu cada segundo que pasa. Ahora es otra la oscuridad que empieza a rodearlos. Una agradable, calurosa, tranquila. Es la producida por párpados pesados, cansancio extremo, y la certeza de que contigo duerme la persona que amas.

2 Comentarios

Jef, me ha encantado esta evocación de un momento que parece eterno. Es un momento de quietud, lánguido, apacible y afuera que se desate el infierno.
Un abrazo.

12/07/12 07:07

Nereael, muchísimas gracias por tu comentario. Valoro mucho el tiempo que te tomaste para leer esto y más aún para dar tu opinión al respecto. Gracias, de veras. Espero pronto tener tiempo disponible para ir a leer uno de tus escritos.

16/07/12 07:07

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