TusTextos

Como Perros

Me queda una espina clavada.
Algo que hice no lo bien que hubiera querido, incluso que no volvería a hacer igual aunque no sé si sería capaz de hacer algo, no sé si puedo decir que actué mal pero fue algo inofensivo en su momento y quizas ello sea lo que me pese, con la carga moral que yo me impongo solo me averguenzo de haber hecho nada.
Fue dejar en la calzada un perro cachorro que había sido atropellado y estaba agonizando.

Los coches y los kamiones pasaban por la carretera dejando un rebufo de viento y ruido incesante que se volvió parte endémica de la escena y el paisaje que nos rodeaba. Con sus luces dando sombras y formando figuras en las tormentas de arena que el propio tráfico despertaba, dando la sensación de estar como en una película antigua en blanco y negro que pasa a velocidad rápida y solo se escucha el carrete de la maquina correr.
Mientras esperábamos al borde de la ruta que alguien parase yo la vi irse por el arcén de tierra y me imaginaba a lo que iba, que se acercaría a husmear ese cuerpo oscuro ahí tirado, pero yo me quedé allí en mi puesto con el brazo extendido y el dedo levantado sonriendo cuando el kamión venía de frente y puteando cuando pasaba vacío tomando la carretera que nos convenía y con el dedo levantado juraba que cuando tuviera coche siempre pararía a quien pidiera.

Al rato paró un kamión, de esos largos de 2 vagones y con la cabina del conductor tan alta que para hablar con él y verle tenía que subir unas escaleras. Sí Sí, que esperara un momento, que mi compañera estaba allí, le dije señalando y fui a buscarla dejando la puerta abierta y la mochila en el suelo. Era necesario que subiéramos en este vehículo para llegar hoy mismo a Borjomi nos estaban allí esperando unos amigos y cada vez pasaban menos vehículos y se hacía más tarde.

Me acerqué a Abbi con prisa y emoción, la nombre un par de veces y fui bajando el ritmo cuando sentí que en otra andaba. Así que hasta que no estuve al lado suyo y le acaricié el pelo por la espalda no le dije que nos estaba esperando un hombre para llevarnos y que deberíamos partir ya. La rodeé y vi que sobre sus rodillas tenía apoyada la cabeza de un perrito ensangrentado, con el cuerpo algo deformado, una mirada fija mutua entre ellos y con una respiración apagada emitiendo como un ruidito de motor, ella le estaba acariciando y murmuraba algo que no pude entender porque las lágrimas y los mocos se le metían en la boca que intentaba no abrir mucho para que no sonara el llanto.
Esperé algún tiempo para ver su reacción. Ella seguía ahí en esa posición.
Me arrodillé a su lado y le dije que nada podíamos hacer que debíamos seguir camino.
Se levantó y me alcé con ella, se me pegó, se puso de puntillas y me susurró al oído que matara al perro, que así podíamos ayudarle, que le hiciera ese favor al perro y a ella.

Puf, me bloqueé, segundos o minutos no sé...Pasaban Kamiones cada vez menos se saltaba del ruido al silencio cada vez más pausadamente como si el tiempo pasara mas despacio.
Ahora fui yo quien no supo reaccionar, me quedé helado con lo que me pidió. Yo hubiera hecho cualquier cosa que ella me pidiera, la quería mucho como para saber decirle que no en serio. Callé pensando como acabar con la vida del perro, realmente no sabía como hacerlo, tenía que ser de alguna forma que fuera una muerte instantánea sin posibilidad de fallar. Pensé;
Un disparo de pistola sería perfecto, muerte segura, sin mancharme y sin mucha implicación, me pondría a una distancia lo más lejana posible. De hecho, me imaginaba que me estaba agradeciendo justo antes de que le disparara en la frente. Pero no disponía de un arma.
Más realista, pensé luego en clavarle un palo en el cuello intentando tocar alguna vena importante y que se desangrara, o en la garganta y que no pudiera respirar. Pero no sabría calcular exactamente donde clavarlo, posiblemente necesitaría varios intentos y mucha confianza en clavarlo bien y no la tenía. La idea era que el perro dejara de sufrir y eso no me sentía capaz de ofrecérselo. Por palos no había problema pues el campo estaba lleno de ellos.
Se me pasó por la cabeza la idea de agarrar una piedra grande y pesada y lanzarla con fuerza sobre la cabeza del perro y que reventase. En mi plan iba a ser como una explosión con dinamita, incluso con cierta música triunfal como en una película y los sesos saldrían disparados y mancharían todo alrededor y mis pies. Efectivo. Por piedras no había problema, había a montones. Pero me parecía demasiado cruel y no me sentía capaz de matar a un perro así usando la fuerza bruta y reventando su cabeza.

Pienso en todo ello y en las formas diversas de acreditar este asesinato, que el cual tampoco es consentido. Nunca me confirma el perro su aceptación de morir en mi mano. Busco la forma de convencerme y justificarlo para una consciencia tranquila, para no sentirme mal, para no cargar mal karma, pero realmente no encuentro la excusa correcta que me libere un poco del peso de justiciero y redentor que no se tomar.
Miro a Abbi sereno después de mi película mental y mis ojos se vuelven tan cristalinos y húmedos como los suyos, como si fuera por ósmosis, fue tan repentino que no me di cuenta y no sabía entender bien por qué. Porque en realidad yo estaba diciéndole que no sacudiendo la cabeza y convencido de ello, de que soy incapaz de hacer algo así.
Gracias al cielo que me entendiste a la primera, o que sabias ya antes la respuesta de que yo la dijera, o incluso que lo sabias antes de proponérmelo.
Te dije que no y dejaste de lagrimear, me salvaste. Sabes que no sé ver llorar. Un segundo más de parálisis y hubiera estrangulado al perro con mis propias manos, y con el karma por las dudas hubiera donado a alguna asociación defensora de animales o votado a Pacma.
Me hiciste una mueca de comprensión y derrota, me acariciaste con la misma mano ensangrentada con la que acariciaste al perro, me acariciaste en el pecho y la cabeza como acariciabas al perro. Con amor y con pena, con dulzura distante, miradas y caricias, y la poca comprensión que hace falta para irse de allí sin decir palabras ni volver a hablar del tema, como hacen los perros, como Tú y Yo.
Jianon10 de mayo de 2019

Más de Jianon

Chat