Un Lazo de Amor
12 de noviembre de 2008
por joel
Una mañana tibia y soleada,
caminaba un hombre lentamente cantando con alegría por las largas calles
de Gijón, llevando un carrito destartalado con todas sus pertenencias a
todo lugar donde se dirigiera, un hombre cuya edad era un misterio ya
que estaba escondido bajo una gran cantidad de cabello graso y barba
blanca.
Rodeado de tantas arrugas por razón de vivir en la
calle, solo se le veía en la cara, dos grandes ojos como soles y
totalmente felices.
Robustiano se dirigía como todos los días
por la mañana al hogar de los pobres, cuando a poca distancia vio una
caja de zapatos tirada apenas destapada y totalmente sucia al lado del
contenedor. Rápidamente se dirigió hasta ella, "Un par de zapatos" se
dijo "no le importo que no fueran nuevos porque los de el no se unían ni
por los cordones, los cogió y sonrió.
Cuando tenía los zapatos
puestos y los miraba felizmente, escuchó un ruido familiar que provenía
de una caja un poco mas grande que estaba al lado de la de sus zapatos,
abrió la caja, y ahí acurrucadito, estaba un perrito peludo, rizoso,
flaco y tembloroso del miedo y del frío de aquella época.
El
perrito le lanzó una mirada desconsolada.
Robustiano no dudo
en agacharse y acariciarlo
"Prubitin mio, con este frío y
abandonado en esta caja,
¿Acaso te abandonaron para que yo te
encontrara?".
Lo levantó de la caja y se lo puso entre sus
ropas sucias pero cálidas, el perrito estaba helado y muerto de hambre.
Lo primero que hizo fue lamerle la cara y desde ese momento se
entrelazo una mirada que formó un lazo de amor que ni el hubiera
imaginado.
Fue hasta el hogar de pobres, donde solían darle un
plato de sopa caliente, se dejó a Lucas en el carrito con todas sus
pertenencias, con ese nombre ya lo había bautizado, y entró a buscar
sopa y un poco de leche caliente.
No dudo en darle la sopa y la
leche a Lucas.
La chica que atendió a Robustiano, se dio cuenta
de que Robustiano tenía un gran amor por aquel perro con el que solo
llevaba horas... y le arrimó un poco de comida caliente para Lucas.
Robustiano y Lucas con todo el amor que les unía se pusieron a comer y
beber.
Así fueron pasando los días, meses y años, Robustiano y
Lucas, eran una gran pareja ya conocida por toda la gente de Gijón y
cuando llegaba la noche Robustiano y Lucas dormían pegaditos uno al otro
y al otro lado los amigos de el.
Iban pasando los
años y Robustiano se iba haciendo viejo, no podía vivir por si solo,
Lucas era el que lo guiaba, atado a una cuerda, lo guiaba calle a
calle.
Una noche, cruzaban la avenida, hacia el parque, para ir
a encontrarse con los amigos de siempre, para charlar un poco, beber y
luego como todos los días recogerían para ir a dormir calientes por
dentro y con frío por fuera en un rinconcito de la calle entre los
cartones que tenía preparado Robustiano para el y su perrito.
Al día siguiente cuando iban a cruzar la calle,
Robustiano vio como un automóvil a gran velocidad se aproximaba y Lucas
desconcertado seguía hacia delante.
Robustiano no se lo pensó y
se tiró a la carretera para intentar salvar a Lucas de un gran atropello
que le provocaría una muerte segura.
Robustiano consiguió
salvar a aquel alma que tanto quería, Lucas, pero Robustiano no se pudo
salvar y fue atropellado, a las pocos segundos, falleció..
La gente al ver tal drama se acercó al accidente con
toda la curiosidad de que había pasado, solo veían a un perrito peludo
encima de un vagabundo dándole calor al corazón. En los ojos de Lucas
se podía ver el desconsuelo que tenia al ver el estado de su
querido compañero tirado en el suelo.
Vino la ambulancia, llevó
a Robustiano, muerto, y dejó a Lucas en la calle
Por supuesto
los amigos de Robustiano lo recogieron y se lo llevaron con ellos, pero
Lucas estaba desconsolado, lloró toda la noche y lo buscó entre los que
dormían.
Robustiano era un gran amigo para todos ellos, era un
hombre muy querido por todas las personas de Gijón.
Gracias a
un amigo de Robustiano consiguieron enterrar al gran hombre en su propia
lapida.
A la mañana siguiente, bien temprano, cuando llegaron
los amigos acompañando al féretro de Robustiano se encontraba allí ya
Lucas temblando del frío y con la mirada apenada.
Una
vez terminada la ceremonia, cada uno se fue retirando lentamente, pero
Lucas no estaba
¿Quizá dónde habría ido? Algunos pensaban que
se había ido a buscar nuevo patrón, pero él estaba escondido entre las
lápidas.
Una vez solo, se acostó sobre la tumba de Robustiano
como para darle el poco calor de su esmirriado cuerpito, su amigo estaba
helado.
Por la noche nevó abundantemente, cuando por la mañana
el cuidador llegó hasta la tumba de Robustiano y vio sobre la misma, una
montañita de nieve con la forma alargada de un perrito, se acercó más y
de ella partían las huellas de un par de zapatos rotos en su suela y
cuatro pocitos con la forma de las patitas de Lucas.
El pobre
sepulturero se quedó paralizado, las huellas iban alejándose a medida
que aparecían, como si Robustiano y Lucas hubieran iniciado juntos el
camino del nunca volver, siempre juntos, siempre unidos por aquél lazo
de amor que los había atado para la eternidad.
Corazon1518 lecturas, 8 comentarios
Amor1491 lecturas, 3 comentarios
Me conmovio esta historia!! Es la primera vez que te leo