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Marina (final)


La madrugada enfriaba el ambiente con la intensidad con las que se quema un viejo y seco madero en la chimenea, Marina se había vestido con unas pijamas viejas y algo desgastadas, las más frágiles que pudo encontrar en su cajón, Se había puesto un sostén de encajes negros y unas pantaletas también de encajes pero al igual que los pijamas pertenecían a la clase de los casi desechables.



Había tendido la cama matrimonial de Leonardo con las mejores sabanas que había en la casa, era perfecta, cómoda y reconfortante, acto seguido clavo profundamente dos cuchillos tan largos como en colchón mismo, los clavó con tanta fuerza que dejó solo un pequeño indicio superficial y los ocultó con la almohadas del conjunto color vino, uno a la derecha y otro a la izquierda, en silencio, como cómplices listos para actuar en cuento las manos de Marina dieran la orden.
Había imaginado el momento una y otra vez desde que el reflejo tenebroso le había hablado en la cocina hora antes, pero por alguna extraña razón la fantasía le parecía muy familiar, casi una rutina.



Marina se recostó en la cama de Leonardo, la acogedora trampa mortal estaba puesta, la carnada yacía recostada con las piernas abiertas, los instrumentos aguardaban pacientes en las profundidades y el tiempo transcurría como un lento pero seguro aliado.

Pareciera que no llegaría, el viento llenaba la atmósfera con su estridente canto al acelerar entre las ramas de los árboles y los objetos que estaban afuera. Marina casi no se percató de que la puerta de entrada se abría lenta y torpemente, tanto así que bien puedo pasar desapercibido de no ser por el sonido que produjo la caída de Leonardo en el pórtico, Marina se sentó de inmediato en la cama.

Su corazón se aceleró y sus piernas temblaron, el miedo le invadió y por un momento pensó en salir de la habitación y encerrarse en la suya, como debería haber estado desde un principio, pero al poner un pie bajo la cama, esta gruñó y se cimbró con fuerza!

-Ni lo pienses!

La voz del reflejo se dejó escuchar retumbando en su cabeza.

-Termínate!

Marina se colocó de nuevo en la cama y escuchó los pasos de Leonardo subiendo lentamente por la escalera.

Era el momento, no había marcha atrás, iba a asesinar a sangre fría y lo haría de un momento a otro, Marina de pronto calló en un estupor y se convulsionó brevemente para terminar con una contracción como si algo la estuviera jalando desde arriba por el pecho.

Leonardo abría la puerta justo en el momento en el Marina parecía regresar.

Al principio se extrañó de la presencia de Marina ahí y tratando de fijar la mirada examinó bien si de verdad se trataba de ella.

-Marina?

Ella suspiro y apretó las sabanas debajo de sus manos.
-Padre.

Leonardo se acercó.

-Que haces aquí? Vete a tu habitación.

-Irme? Pero porque? Tengo frío y no quiero estar sola.

Algo extraño se podía escuchar en la voz de Marina una leve variación en el tono de sus palabras que, si Leonardo no hubiera estado tan borracho habría notado de inmediato.

-Ese no es mi problema vete.

Dijo Leonardo dejándose caer sobre la cama.

Marina se acercó a Leonardo y acaricio su cabeza.

-Porque eres tan cruel conmigo? Solo quiero estar junto a ti.

Leonardo sintió algo extraño, Marina nunca había demostrado ese interés desde que su madre falleció y por los actos que él había cometido con ella el sabía que era demasiado raro ese comportamiento.

-Que te pasa? Lárgate de una vez!

Le arrojó Leonardo dándole un empujón tan fuerte que la tiró de la cama, Marina se incorporó lentamente y le dio la espalda a Leonardo.

-Eso quieres?

Y se quitó la parte superior del pijama, para después retirar el sostén negro de encajes, Leonardo le prestó atención y se incorporó. Marina se dio la vuelta y presentó sus blancos senos a Leonardo.

Este de inmediato encendió la mecha del animal que llevaba dentro, hipnotizado pro aquella imagen, no lo pudo evitar.

-Estoy dispuesta a hacer lo que sea con tal de que me dejes quedarme contigo.

Marina subió a la cama y besó a Leonardo en los labios con una fuerza que él nunca había probado en ella, el beso fue tan deliciosamente intenso que de inmediato colocó sus manos en aquellos hermosos y tibios senos.

La pasión estaba subiendo a cada segundo, Marina con un hábil movimiento rompió la camisa de Leonardo y la retiró, besando su pecho y rosando sus labio por toda esa área, con una rapidez impresionante, desabrochó el cinturón de Leonardo y rápidamente le dejo desnudo, rebelando su monumental erección.

Leonardo se transformó en la bestia que Marina conoció durante tanto tiempo y en tantas noches anteriores, y despojo a Marina de su ropa interior colocándola sombre él, haciéndola montar frenéticamente sobre él.

Se veía hermoso… Hermosa… Que importaba? lucía y se sentía increíblemente bien.

-Padre?

Marina cuestionó mientras se movía rápidamente sobre la pelvis de Leonardo.

-Qué?

-Te gusta esto?

Leonardo cerraba los ojos y apretaba la cintura de Marina.

-Si.

-Te gusta que te llame padre?

Marian acercó su rostro al de él.

Leonardo abrió los ojos y la miró, se fijo en sus penetrantes y fríos ojos. Algo no andaba bien, algo hacia irreconocible esa mirada, el frenesí comenzó a bajar un poco su intensidad. Leonardo respondió.

-Si

Pero esta respuesta tuvo una entonación que le acercaba más a la pregunta que la afirmación, Marina deslizó sus brazos a la par de los de Leonardo y se acercó aun mas a su rostro, colocó sus manos sobre los instrumentos que tan pacientemente estaban esperando en las profundidades de la cama, los sujeto con fuerza y dijo.

-Padre… Nunca supiste ser.

Leonardo detuvo su movimiento y se dio cuenta de la enorme diferencia que encontraba en esa mirada.

-Tú no eres mi hija…

Marina súbitamente sacó los afilados instrumentos, uno en cada mano y los clavó con fuerza en la unión que forma el codo, separando casi instantáneamente y por completo esas secciones del brazo. La sangre brotó Leonardo gritó histérico por la acción de las navajas y Marina sintió una gran erección con el tacto de la sangre fría en su piel, esto jamás le había pasado antes.

-Perra! Voy a matarte! Voy a terminar contigo! Maldito fenómeno!

Marina calló del cuerpo mutilado y movedizo de Leonardo y enseguida realizó el mismo tipo de corte en las rodillas.

-Maldita! Maldita!

Gritaba envuelto en dolor y sangre.

-Maldito error! Eres un fenómeno! Maldita!

Marina se acercó rápidamente el histérico rostro de Leonardo y clavó ambos cuchillos en su boca callando súbitamente los gritos. el cuerpo de Loenardo Sufrió unas cuantas convulsiones, para finalmente dejar de moverse.

La sangre se perdía entre las sabanas color vino y el cuerpo inerte y mutilado de Leonardo yacía sobre la cama.

Marina se acercó al espejo de madera que había en la recamara se vio desnuda, manchada de sangre y extrañamente relajada. Su mente se inundaba con recuerdos de toda su vida, su madre, Leonardo, muerte, sangre. Miró el reflejo de ella misma y conecto con sus propios ojos.

-Lo mataste!

Dijo histérico el reflejo.

-Lo matamos.

Respondió Marina.

-No puede ser, yo no quería esto! Yo no soy tu ni…

-Tú eres yo? Interrumpió Marina sarcásticamente.

El reflejo sollozaba débilmente contemplando el cadáver sangriento en la cama.

-No comprendo…

Dijo susurrando el reflejo.

-No lo ves? Me has escondido siempre! Cada momento de asfixia que soporte, cada sentimiento de rabia contenido por ti! Cada repugnante momento sintiendo lo que sentías con la incapacidad de poder actuar!

-Déjame salir! Reclamó el reflejo.

-Salir? No te necesitamos, no eres más que un remedo, me cuesta trabajo pensar que de cierto modo somos parte la una de la otra!

Quiero regresar! Gritaba desconsolada desde el espejo!

Marina se dio la vuelta y miró de reojo al espejo.

-Regresar? Si apenas estoy comenzando.
Jolu05 de octubre de 2013

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