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Marina (parte 3)

Marina había terminado los deberes temprano ese día, Leonardo
no llegaría hasta bien entrada la noche, pues terminando el trabajo iría a la taberna como era su costumbre en los fines de semana.

La luz de la tarde era tenue, iluminaba tibiamente la casa y
daba la una tonalidad rojiza, Marina se encontraba en la cocina sentada en el comedor con un retaso de trapo entre las
manos, miraba fijamente al horizonte borroso que se apreciaba atreves de la ventana, efecto producido por el cristal. Recordaba a su madre, lo mucho que la extrañaba y la feliz vida que había tenido cuando aun se encontraba con vida.

-Sabes que eres única verdad?

Marina recordaba esa pregunta tan frecuentemente, ella sabia
muy bien lo que era y su madre se había encargado de que su hija se sintiera
perfectamente normal y amada por ello.

-No eres ni una niña ni un niño, eres algo entre los dos,
una tercera clasificación, tan única y tan hermosa como solo esta puede ser, entiendes Marina?

Definitivamente el amor por su hija era inmenso otras
mujeres se habrían rendido al temor o el rechazo ante una persona como Marina, pero para Lina de verdad era un regalo divino mas especial que cualquier otra cosa en el mundo.

-No dejes jamás que nadie te haga daño…

Recordaba Marina mientras enroscaba el trapo entre las manos.

-Tu eres única.

-Mama, no debes preocuparte Yo se cuidarme bien.

El trapo entre sus manos era girado cada vez con mas fuerza.

-Estoy muriendo hija, y lo sabes quiero que estés bien
siempre.

-Madre…

-No, quiero que seas tan feliz como yo lo he sido y sobre
todas las cosas mantente a salvo.

El trapo entre sus manos comenzaba a rasgar la piel de sus manos
por la fuerza que iba en aumento.

-Madre no debes preocuparte por mi… Decía con los ojos humedecidos por las lágrimas.

-A demás no estaré sola… Leonardo me cuidará.

La sangre comenzó a brotar de entre las manos de Marina.

-Si. Suspiró Lina.

-Es un buen hombre.

El ardor de la herida rompió el transe de marina al mirar sus manos descubrió el trapo profundamente enterrado en las palmas de sus manos y un pequeño charco rojo en el suelo de madera, se apresuró a lavarse las manos con el agua tibia que salía del hidrante de la cocina y después con el mismo trapo limpio el charco de sangre que yacía en el suelo.

Mientras lavaba el retaso la luz de la tarde se apagaba y accionó
el interruptor para encender la luz, volvió a donde el lavaplatos para seguir tallando el trapo en el agua y se detuvo un poco para contemplar su reflejo el vidrio de la ventana, se miró durante un rato, sus ojeras, la mirada apagada y su cabello algo descuidado miró su cuello, recto y firme y entre el escote de su blusa un moretón, volvió la mirada a sus propios ojos y fue entonces cuando sucedió.

-Cerdo.

Marina se quedó petrificada había hablado, pero ella no lo había
hecho realmente.

-Es un cerdo!

Marina saco las manos del agua y se retiro dando un salto hacia
atrás topando con la mesa de centro, se llevo la mano a la boca y siguió contemplando su reflejo, el cual no seguía sus movimientos.

-Que?

-He dicho que es un cerdo.

-No puedes…

-Hablar? Interrumpió el reflejo.

-Porque no podría hacerlo? Tú lo haces.

-Pero no es posible tu eres yo… O yo soy tu?

El reflejo hecho la cabeza para atrás y soltó una gran
carcajada.

-Claro que tu no podrías ser yo!

-Como?

-Yo de entrada jamás hubiera dejado que mi padrastro me
fornicara a placer.

Marian se mordió los labios y agachó la mirada.

-Basta.

-Basta? Eres repugnante mira en lo que nos has convertido?
Mi madre estaría muerta de vergüenza!

-No es tu madre!

-Claro que lo es! Eres débil! Como crees que se sentiría si
supiera que te revuelcas con su amante!

-No lo hago con gusto!

-No? Y entonces porque lo permites?

-Él es…

-Excitante, deliciosos? Tu amante?

-No!

-Eres una sucia, mentirosa, Puta!

-No!!!

Marina, tomó el centro de mesa en forma de pera y lo lanzó
con todas sus fuerzas contra el vidrio, rompiéndolo en mil pedazos.
Marina calló de rodillas sollozando y abrazándose con fuerza.

-Escúchame.

La voz de aquel reflejo retumbaba ahora por toda la casa.

-Es hora terminar con esto. Es hora de terminar las profanas
acciones de ese animal.

-Pero como? Susurró Marina con un tremendo dolor de
estomago.

-Esta noche es ideal, esta noche es perfecta, esta noche él llega aturdido por el alcohol, puedes hacerlo!

-Hacer que?!

De pronto se vio parada frente a uno de los cajones donde se
guardan los utensilios de cocina, por inercia abrió el cajón lentamente y descubrió los destellos luminosos de las afiladas hojas de los cuchillos.

-Mira como te saludan.

-No, esto… Es demasiado… Yo no…

-No qué? Prefieres
vivir humillada y violada a costas de la memoria de nuestra madre?

Marina se relajó y sumergió la mano en el cajón,
sujetando fuertemente uno de aquellos relucientes cuchillos, extendiéndolo frente a ella y mirando su sonriente y macabro reflejo en el.

-Degüella a ese cerdo.
Jolu03 de octubre de 2013

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