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Un Mercado de Navidad En Alemania

El equivalente a los Reyes Magos en Holanda se celebra la primera semana de diciembre. El 6, creo recordar. Nos contaban que traían los regalos desde España. Parece ser que tiene su explicación histórica en los tiempos en los que incluso los Países Bajos eran nuestros.

Las tiendas de Prinsegracht (o como fuera), la gran calle peatonal del centro, anunciaban su llegada. Bueno la llegada del tipo este que traía los regalos.

En fin, que en Holanda iban al revés, pero en Alemania eran gente de bien y seguían celebrando las cosas cuando hay que celebrarlas y no un mes antes. Y fuimos al que decían que era el mercado de Navidad más grande de Europa. Mentira pero bueno.

Mientras que unos cuantos viajaron en el autobús de los pobres, a nosotros nos llevó Rocío en su Focus blanco. Yo aproveché para dormir, porque dormir en los coches es una afición bonita y saludable. Cuando llegamos y buscábamos un sitio para aparcar sonaba la BSO de "Al otro lado de la cama": Aaaaah, dime que me quieres... Patricia venía con nosotros, Rocío y ella aún no se habían enfadado para siempre. Puede que Julio y Bea completaran los asientos. O Yoyo y Ana. Who knows.

Bajamos del coche y hacía mucho frío. Era una placita con casas bajas y modernas y una iglesia. De allí partía una calle peatonal en cuesta. Había gente pero nada que ver con Segovia, por poner una ciudad con una calle parecida.

En una de las primeras tiendas nos compramos un gorro típico de Papá Nöel. Contrastaba con mi también típico abrigo azul. Yoyo no se quitó el gorro en todo el día. Seguramente intentando paliar el frío que dejaba pasar su chubasquero. Un poco más arriba estaba la entrada al mercado. Había un puestecito vendiendo pinzas de madera y grababan con un lápiz de metal incandescente el nombre que se quisiera. Cada uno se llevó el suyo y a unos cuantos más les llevamos un regalo. A Alfo, por ejemplo.

El mercado era bonito, porque en Europa la gente no es tan gitana como en España y podías andar sin agobios entre los puestos. Además no era una explanada, sino que aprovechaban la propia orografía de la ciudad para encajarlos en un par de plazas cerradas y flanqueadas por tradicionales edificios y la catedral.

En aquel mercado no encontrabas bromas o artículos cutres. Eran figuritas hechas a mano o lámparas de cartón en forma de estrella. Estuve a punto de comprar una pero pensaba que sería difícil montarla. O que saldríamos todos ardiendo. Vi un pequeño erizo de madera al que le hice una foto con el modo macro de mi cámara Canon.

Como buenos alemanes vendían bocadillos con salchichas. ¡Nos comimos unas de un metro de largo!. Estaban bastante ricas, también con mostaza. El vino caliente, sin embargo, era un poco asqueroso. Pero parece que ayudaba a entrar en calor. La carpa del vino caliente era más grande que las demás y en ella había tipos altos, gordos y con bigote.

Nos hicimos muchas fotos (cuando cojo la cámara es como si llevara una ametralladora), sobre todo delante del ayuntamiento. Allí sí que había una buena explanada. A la vuelta, ya de noche, pagamos (un detalle importante) unas postales que dejé sin enviar. Estaban hechas a mano y tiempo después me recordarían a los dibujos del Principito.

Volvimos directamente a mi habitación. Patricia me regaló el erizo al que había fotografiado. Aún no tenía los sofás y juntamos la cama a la pared, tapando un poco del póster de Jessica Alba. Vimos "Chicken Little", de Disney. ¡Qué horror de película!. Era para niños. No sé cómo aguantamos.
Jorchz12 de diciembre de 2007

2 Comentarios

  • Fede

    Los alemanes Si saben como vivir!

    Saludos!

    Federico.

    12/12/07 05:12

  • Fr

    Gracias por el paseo a través de calles europeas.

    12/12/07 06:12

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