Me asomé al tiempo, reunido en este corazón con tu cariño, recordando cómo entre tantos arrebatos, te hacías para mi soledad encanto mío, porque en aquel entonces entre nosotros no había nada escondido, ni aún las palabras tenían encargo de admirar, lo que tu amor sin ellas sabía perfectamente dar.
Verdad es que, la realidad en el celo de su potencia se hizo mayor, cuando le supliqué el deseo humilde de entregarte todo, cuanto en el amor había sido un tesoro, aún con la indiscreción de que me amases como bien se dice; de los que creen, en los amores fugaces.