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Vino,tabaco y Caramelos

Fue don Facundo Marchena quien,bajo su eterna gorra y longevas canas,me dijo:

-Mira muchacho,hay tres cosas por las que nunca te valdrá la pena discutir. No discutas por religión,tampoco por política,pero sobre todo,nunca discutas por amor.

Cuantas veces me he acordado de esas palabras y cuantas otras les he otorgado la razón.

En verdad pienso que fue una suerte tener a D.Facundo como vecino,más que por todos los duros que me daba de niño para comprarme cromos y por los innumerables caramelos que siempre sacaba de su bolsillo izquierdo y que pusieron en serio peligro mi dentadura,por todos aquellos ratos que pasé con él cuando ya empezaba a adentrarme en la veintena y que tanto poso me dejaron.

En invierno después de comer y a la entrada de la casa,en verano bajo su frondosa morera, no antes de las seis de la tarde y acompañado de la punta de una caña verde con sus largas hojas que usaba para ahuyentar a las cansinas moscas,lo encontraba en su silla de anea en la misma postura que a duras penas le recuerdo a mi abuelo materno,sentado a la inversa,con el pecho hacia el respaldo y con los brazos cruzados sobre la última traviesa de éste, un caliqueño siempre en la boca,la mayor parte del tiempo apagado, y a mano siempre su vasito de vino.

-Que siendo negro...niño,hasta el caldo que aliña las olivas está bueno,-le oí decir tantas veces como maldecir a los que se comían la uva.

D.Facundo vivía solo,nunca se le conoció mujer ni mucho menos hijo alguno y doy fe de que no tenía pesar por ello.

-Tres años de guerra y luego dos más de servicio militar me bastaron para aprender a no morirme de hambre y saber coserme botones y remiendos. Y la escoba todos sabemos como funciona,- decía.

Sólo recuerdo que me hablara de una mujer,Rosita “la del rodeo”,una prostituta que decía visitar cuando cobraba su jornal en la época de la siega del cáñamo,por ser aquel tres duros superior al de otras labores, y a la que,según sus palabras,se la habría echado por novia de no haber sido tan puta.

D.Facundo nació en un pueblo del que nunca dijo nada que debía estar encuadrado en alguna zona minera de Andalucía. Lo de Andalucía lo deduje porque aun le dejaba el rastro el acento en algunas palabras. Lo de la minería porque en alguna que otra ocasión,pocas debo decir,me contó que fue en una mina de hierro donde soltó sus primeros sudores.

-Al día siguiente de tomar mi primera comunión ya me mandó mi padre con Rufino el barrenero,-contaba-que me hacía meterme envuelto en cartuchos de dinamita entre las rendijas de la piedra donde apenas ni cabía la luz.

Quiso el destino que pronto pegara el estirón propio de la pubertad,instalándose con apenas doce años en un cuerpo espigado que le impedía acceder allá donde le mandaba Rufino y que no pasó desapercibido a sus patrones que no tardaron en adjudicarle un marro para que,golpe a golpe,se ganara el sueldo.

-La de golpes a la piedra que tuve que dar yo para llevar algo de harina a mi casa y ahora que soy un viejo medio inútil me traen el pan hasta mi puerta a diario,-solía decirle a Germán,el panadero que lo repartía en nuestro barrio,arrancándole a éste una sonrisa.

-Ya ve usted D.Facundo,las vueltas que da la vida-contestaba Germán.

-No lo sabes tú bien Germán,tu reza para que os dure esto,que no sabéis lo que tenéis,.Vosotros no habéis visto la vida por un agujero-sentenciaba D.Facundo.

Luego llegó la guerra,que le llevó,siendo como quien dice todavía un adolescente, primero a Extremadura,donde se disputaban las bellotas caídas de las encinas los soldados para apaciguar a la fiera de rugido incesante que llevaban en las tripas. Luego a Toledo,donde me contó que supo de la fiebre que dan las picaduras de las garrapatas y el dolor punzante que se siente al arrancarlas de tu propia piel y por último a Madrid,donde un día tan penoso como venían siendo los centenares recientes,le dijeron que la guerra había terminado.

-¡Hemos ganado! Gritaban aquellos,y a mí no se me iba de la cabeza que desde niño no hacía otra cosa más que perder-le recuerdo decir emocionado.

Casi de un día para otro lo llamaron de nuevo a filas para cumplir el servicio militar,esta vez en Valencia y donde supo por primera vez lo que era acostarse cenado,aunque fuera escasamente,día sí día también. Allí conoció a Hilario,quien le habló de la fertilidad de la tierra en el último tramo del río Segura y del trabajo abundante que ofrecían sus campos. Así,pasados los dos años de servicio,el joven Facundo decidió buscar fortuna,o más bien suerte,donde tan bien las prometía Hilario.

-Trabajo sí había,sí,de sol a sol y de lunes a lunes. Lo que no había era dinero para pagarlo,pero al menos siempre tenía uno alguna patata que cocer.

Y viendo que aquí el estómago dejaba dormir,D.Facundo se fue arraigando poco a poco en esta tierra. Primero como “invitado” en la cuadra junto a los animales de su primer patrón, después en un cobertizo a punto de derrumbarse que él mismo adecentó y tras varios años,por fin,en la que aun seguía siendo su casa.

-Vivo aquí desde el cincuenta y tres. Por esta puerta entré con dos pantalones,tres camisas y un pollo bajo el brazo.,que hasta mi último duro pagué por estas cuatro paredes.

Si algo le reconocía todo el mundo a D.Facundo era su capacidad y destreza para el trabajo.Decían de él que era capaz de recoger las patatas o tomates que recogerían tres hombres,que nadie le alcanzaba segando cáñamo o vareando almendros,que nunca se quejó de que se le echara la noche encima en el tajo y nunca hubo ni constipado ni diarrea que le impidiera presentarse con el sol a su faena. Por ello fue que amén del cariño y respeto de todos los vecinos,D.Facundo consiguió juntar algunos billetes que le permitieron comprar varios bancales,llegando a poseer casi quince atahúllas de las que supo sacar partido en su día.

-Cuando se es joven y se puede, hay que trabajar y aprovechar,que nunca sabe uno cuando le va a decir la vida que te toca retirarte.

Y a buen seguro que aprovechó su tiempo D.Facundo,que si bien no se hizo rico,cuando la vida le empezó a avisar a base de dolores de huesos que le quedaba poco que trabajar,su bolsillo le tenía asegurado un descanso tranquilo,al que poco a poco se fue dedicando de pleno y empezando a disfrutar a su manera,saboreando los vinos viejos que tanto le gustaban acompañado con el dejo y el olor de sus adorados caliqueños.

-Si algo echaré de menos el día que me muera será poder fumarme alguno de estos,que de vino,gustándole a Cristo,deben andar sobrados por allá arriba.

Y así,dejando y mirando la vida pasar,D.Facundo se fue convirtiendo en aquel hombre cada vez más anciano a quien de vez en cuando me acercaba,de niño a esperar sus carantoñas y caramelos, más adelante a charlar y aprender un rato con él,hasta el día en que le conté que dejaba el barrio.

-Es ley de vida muchacho,has de hacer tu camino como yo hice el mio. Yo no sé cuanto,pero no creo que tarde mucho en cerrar esta casa,pero hasta ese día,recuerda que en ella siempre serás bien recibido-me dijo.

No habían pasado muchos meses de mi marcha,cuando supe que D.Facundo había tomado la decisión de marcharse a una residencia privada de ancianos que pagaría,según dijo a los vecinos,con el dinero de la venta de las tierras que tanto sudó.

-Lo que no se suda,o no gusta o no dura. Lo mio durará lo que yo.


Hoy recibí la llamada de mi hermano diciendo que habían avisado desde la residencia a los vecinos que D.Facundo había fallecido.

-¿Vas a ir al tanatorio?

-Pues sí,me gustaría.

-Venga,pues paso luego por ti y vamos juntos.

-Vale,de acuerdo.

Ya cayendo el sol y camino del duelo, al pasar a la altura del estanco que queda más o menos a mitad de la Avenida de Levante he pedido a mi hermano que parara el coche.

-Para,para. Para aquí un segundo.

-¿Por qué? ¿qué pasa?

-No,nada,que tengo que comprar algo en el estanco-le he dicho.

Al salir,mi hermano me miraba asombrado.

-¿Un puro?No me jodas tío que vas a fumarte un puro.

-No hombre,que no es para mí,es para D.Facundo-he contestado.

-¿Para D.Facundo?

-Bueno,para dárselo a los del tanatorio para que se lo metan en la caja.

-¿Y eso?-me ha preguntado desconcertado.

-Pues...que no sé como andarán de estancos por allá arriba.
Joss08 de agosto de 2010

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