-Otra vez, cuéntamelo otra vez-. Allí, solo, tumbado en una cama que le viene grande, su mirada, casi líquida, espera suplicante el comienzo, una vez más, del mismo cuento de todas las noches. Y esos ojos, que jugaron a alcanzar estrellas, que pintaron tardes de lluvia, que bailaron con la luna llena, vuelven a abrazarme como antes, como siempre; aunque ahora sean incapaces de reconocerme o de recordar que no hace tanto era él el que me contaba cada noche ese cuento una y otra vez, acunándome con sus palabras hasta que el sueño se derramaba sobre mi noche.
Bonito , muy sentido . Saludos cordiales...