Cada día es una aventura por vivir, cada hora un sueño por alcanzar, cada minuto una batalla que ganar, cada segundo una historia por descubrir. Cada instante es un deseo, un ideal, un regalo envuelto en un arco iris, una eternidad hurtada a esa fatal y siniestra enemiga que acecha cada noche.
Por eso, cuando le dejan solo, me acerco a su cuna muy despacio, con mucho cuidado acaricio su dulce cabecita y, con el alma en vilo, le digo en un susurro: - "no temas, sigo aquí, nada ni nadie volverá a separarnos, esta vez es para siempre, te lo prometo".