Huidas (microrrelato)
Desde una viga del techo colgaba aquella araña que parecía observarla con sus cuatro pares de ojos casi ciegos. Había aprendido a fijar la mirada en cualquier cosa que la liberara durante unos minutos de su pesadilla. Intentaba soñar despierta, concederse un pequeño refugio dejando volar sus pensamientos. Ahora, boca arriba y con las piernas abiertas, un simple arácnido pendiendo de un hilo la conducía a otro mundo, mientras el peso que soportaba su cuerpo se afanaba en derramarse dentro de ella. Pero la noche aún era joven, al menos necesitaría seis huidas más.