Deja unos puntos suspensivos flotando en el aire cada vez que me despido de ella, como si tuviera algo que decir, o se quedara pensando sin lograr que las palabras se aproximen hasta su boca y le devuelvan los recuerdos que ha sustituido por esa laguna de sombras en la que se ahoga desde hace demasiado tiempo. Me repito que mi madre ya no habita ese cuerpo, sin embargo, puedo oler su angustia, el suspense de la duda danzando entre sus ojos y los mos. Luego me abraza, me besa, me acaricia el rostro con tres dedos solamente, y vuelve a llamarme pap.