Muerte Amarilla
El pesado telón bajó de golpe, como la guillotina que, muchos años después, se pondría de moda impartiendo razonable y revolucionaria justicia entre lo más granado de la sociedad francesa. Ahora, sin embargo, eran las musas del teatro, vestidas de un mortífero amarillo para tan funesta ocasión, las que dictaban ineludible y despiadada sentencia contra un simple actor cuya enfermedad imaginaria en escena, pasó a convertirse en algo absolutamente real que acabó, un 17 de febrero de 1673, con toda una vida dedicada al teatro; la vida de Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Moliere, el mejor dramaturgo francés de todos los tiempos.