La ciudad del amor se tambalea. Las manos, perdidas en minúsculos teclados, ya no pasean entrelazadas por sus calles. Los besos no persiguen, desbocados, otros besos. Los abrazos han dejado de ocultarse tras las esquinas. Las miradas ya no descargan aguaceros sobre ojos sedientos de otros ojos. Las sombras no esconden ya idílicos destinos. Los sueños se persiguen a sí mismos y no hay tiempo, nunca hay tiempo..., ayer no existe, hoy ha pasado y mañana es una trampa.
Pero cuando la risa de un niño vaga por la ciudad, por un instante todo se acompasa y parece volver a su sitio.
Simplemente maravilloso, repasando me encontré con tu texto. Dices tanto, sutilmente, tus microrrelatos me trasportan a distintos sentimientos.
Un saludo Jucapega1963.