Ceremoniosa cual gran dama desmayó lentamente su vestido de negro satén, que se deslizó a lo largo de sus muslos de acero dejando adivinar apenas su delicado sexo cubierto de finísimas briznas de color rojizo; y deslumbrándome durante un infinito segundo, descendió desde la atalaya de sus zapatos de afilado tacón para morir abrazada a mi lado una noche más.
Un microrelato ,no soy experto, pero me ha gustado mucho en el sentido de que dejas espacios en blanco para la imaginacion de los que te leen...o al menos yo lo siento.
Saludos
Carlos
Estoy de acuerdo contigo. Es precisamente en esos espacios donde un microrelato debe fluir y generar todo lo que dice sin decir.
Gracias por tu comentario.
Saludos.