Lo que usted diga, doctor Frankenstein, pero debe saber que su bisabuelo Víctor jamás se enfrentó a este problema. Las funerarias ya no son lo que eran. Los cementerios actuales tienen las existencias bajo mínimos. Así es casi imposible surtirnos de lo mínimamente necesario para sus experimentos. Además, el mercado negro está por las nubes. Un simple brazo cuesta un riñón, imagine lo que nos pedirían por una cabeza completa&, un ojo de la cara. La reducción a cenizas mediante el fuego se ha puesto de moda, doctor Frankenstein. ¡Qué contrariedad!
Si es que ya nada es lo que era ...
Ay aquellas momias egipcias !!!
Ya ni a los muertos respetamos ...