La vida envidio de mi perro fiel
que todo tiene, mas posee nada.
Una caricia de su mano amada
y pronto olvidase el castigo cruel.
Su noble pecho libre está de la hiel
que el mío tiene al fondo ya incrustada.
¡Dios!, en mis ojos quiero su mirada
bendita y simple, de feliz lebrel.
Que al pesar corazones en balanza
el hombre falto fue de cosa sana,
aunque mentira la conciencia aquieta.
Mala será la condición humana,
rota del hacedor la semejanza,
que aspiro a perro ser en alta meta.