Monte arriba, pies cansados
sobre el páramo me elevan
y a mis ojos se revelan
verdes los suaves collados.
Asciendo riscos callados
por los que el viento suspira;
subo y dejo atrás la ira
que reside a ras de suelo,
busco en la altura consuelo
por el que mi alma delira.
En la cima, descansando
a mis plantas mar de nubes
surcado por mil querubes,
la gloria de Dios cantando
mi carga van liberando .
Retirado al fin el velo
limpio y azul es el cielo
y finalmente en la cumbre
con un eterno vislumbre
alzo las alas y
¡vuelo!
Genial, me ha tocado la parte de volar ¡Ja! sigue así, me ha gustado.