La Pócima Del Amor Infinito
“Viento en popa a toda vela...”
El sol se deslizaba hacia el Trópico de Capricornio, con sus colores dorados y rojizos anunciaba la belleza de una mañana de otoño.
Tu pelo rubio y brillante se iluminaba como tu sonrisa.
Adherida de frío, por la bruma del amanecer, te abrazabas a mi cuerpo mientras el timón marcaba el rumbo de lo desconocido. Habíamos hecho el amor con la urgencia de los adolescentes, con la intensidad de la primera vez, con el cariño del amor de los poetas y tú, radiante como una mandarina, verde, acida y suculenta, te apretabas a mí para vencer tu miedo a navegar.
En la orilla los sisones recién llegados, nadaban plácidamente apartándose con calma de nuestra singladura, íbamos a conquistar el horizonte, a buscar el tejido de nuestras almas, a enamorarnos de nuevo del amor.
Miré tu cara y vi todo lo que deseaba, quise decir alguna palabra y con tu dedo índice sellaste mis labios mientras besabas mi corazón con la urgencia de un instante, con la intensidad de una caricia, con el cariño de tus ojos.
Me atrapaste lentamente mientras el aire marino inundó nuestros sentidos, mientras las cañas de la bocana de la albufera iban desapareciendo, mientras en el mar se marcaba la derrota de nuestra vida.
Solo pude decir dos palabras cuando tomaste el timón de mi existencia y tu perfume me hechizaba con la pócima del amor infinito...
