Mis restos descansan en algún lugar que no existe más, me deshago de a poco en la sociedad de los fantasmas. Cuando una mujer me propuso un día variar en facetas, nunca pensé en descubrir mi faceta más transparente, la que al salir a relucir me transformó en una nada andante. Vivo en la ciudad de las memorias tergiversadas, en la ciudad de los fantasmas. A veces me da miedo mirar a otros a la cara, los evado, tomo el sol con los ojos cerrados, en silencio, me oculto, vivo en el cuerpo de las sensaciones prohibidas, en la casa de los recuerdos tergiversados, en la sociedad de las almas perdidas. Camino, pienso en los próximos diez pasos y no en el paso que doy a cada momento, camino y pienso en el futuro. Y fumo.
Vivo en el humo tóxico mentolado, en el cuerpo degradado, en la mente nebulosa, en el cuerpo prohibido, en las memorias mentirosas, en la ciudad de los fantasmas, en la sociedad de las almas perdidas.
¿vivo? ¡JA!
Imposibilitas mi mirada. No capto, sino la humareda mentolada que evoca soliloquios de bares con luces rojas. No vivas. Abandona la idea de un equilibrio. Y guarda ese "cuerpo prohibido" como tu gran tesoro. Un gran saludo.