TusTextos

Tinta y Café

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Plagiado de comentarios de Índigo, Beth, LuisJosé y Voltereta en mi breve texto El escritor del café. Gracias a todos mis compañeros del camino y de letras por lo que hacen por mí, lo aprecio mucho.
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La tacita de expreso en la mano izquierda, la derecha empuña el lápiz, abajo el papel esperando está. El sol despunta horizontal, vertical desciende la creación. El café, parte íntegra del ritual de la mano con la idea, el café y su relación desencadenante, un diplomático, arábigo, nativo, el siempre bienvenido acompañante, brebaje mágico, inspirador. La proverbial inspiración requiere paciencia, mucha en ocasiones. A veces esta es la causa de que no todo el mundo se dedique a una ocupación como ésta. Cuando la inspiración llega es una luz incandescente que puede transformarse en verso o hasta en libro, y una buena taza de café es un gran colaborador de su llegada pronta, más cuando está impregnada de recuerdos. Sentado sobre su escritorio, sorbiendo un café e imaginando con sus ojos entrecerrados, estaba el viejo corazón de tinta, que de invenciones se hacía recuerdos, angustias y caminos recorridos en lo que él llamaba la Vida Mental. En su mente estaba lloviendo, en la oscuridad de sus párpados se dibujaba ya un nebuloso relato.

Gotas de lluvia, el más antiguo ruido blanco, como un aplauso multitudinario, como un bravo rio de buen cauce, la lluvia con su sinfonía deleitaba a la metrópolis. Al mediodía de un lunes gris, la gente y sus paraguas invadieron las calles, los niños chapotean sobre los charcos riendo y los nostálgicos se perdían entre los pasajes más antiguos. Cruzábamos la Avenida Marcial Arrollo luego de salir juntos del trabajo, nos lanzamos al invierno que vaciaba las plazas y los parques, el mismo que invitaba al vulgo a refugiarse las galerías comerciales. Corrimos bajo lluvia riendo y nos sumergimos en la galería que estaba junto al teatro de la universidad. Encontramos el cafetín que era desde hace años nuestro refugio de invierno. Entramos, colgamos nuestros abrigos en el respaldo de nuestros respectivos asientos, poblamos la pequeña soberanía de la mesa para dos, junto a la ventana. Helena pidió un té, yo un café simple. Helena disfrutaba calentarse las manos abrazando la taza y examinando con especial cariño su contenido. Yo disfrutaba beber con mi mirada el brillo de sus ojos ámbar.

Cuando el escritor abrió sus ojos, aún podía escuchar el eco de las tazas del cafetín, en la galería bajo el teatro de la universidad, la lluvia y la ciudad gris. Luego de sorber el café que ya se estaba enfriando (que dulce estaba), comenzó a llenar la página, esas hojas amarillas, planas glotonas que nunca se cansan de devorar en tinta ideas, recuerdos y fantasías. Junto al margen delineó un par de ojos de pestañas crespas y un brillo singular.
Kafkizoid125 de diciembre de 2012

5 Comentarios

  • Beth

    Me ha encantado. Gracias, lo considero un regalo de Navidad

    25/12/12 11:12

  • Elmalevolico

    Muy bueno amigo... saludos!!!

    25/12/12 11:12

  • Luisjose

    Kafkizoid!!... Excelente amigo!!:D... Invita a escribir, con una buena taza de cafè, y un poco de musica clasica, o bossa.!!! Me lo llevo a mis favoritos...! Un gran abrazo!!!!

    27/12/12 07:12

  • Indigo

    Me place la manera de llevar adelante tu texto, y si contribuí, doblemente satisfecho he quedado.
    Mis saludos.

    28/12/12 11:12

  • Neogrekosay2012

    Creo que a quienes escribimos nos envuelve una cierta soledad. Tras tus devaneos literarios he podido descubrir matices de brillante. Te elogio porque tú no lo haces sin saber y si lo haces es porque has encontrado ese otro lado del espejo. No te detengas en darle vueltas a la fórmula que genere nuevas formas de expresión, presiento una necesidad de profundizar en tu propia forma de ser autor y expresar tu discurso. Mis mejores deseos es cuanto puedo ofrecerte...y, por supuesto, mi admiración.

    30/12/12 06:12

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