Espejismos de mentiras
que mis ojos divisaban.
De verdades se vestían,
realidades me ocultaban.
Besos que quemaban mi piel,
que mis labios soportaban.
Dulces y con sabor a miel,
que al recibir me asfixiaban.
Piropos que creaban llagas
en mi débil y frágil alma.
Tus "te quiero" eran dagas,
mis heridas remendaban.
Tu perfume venenoso
contagiaba mis sentidos.
Mi condena fue el reposo
de tus perfectos castigos.
No sabía a que jugaba,
no volveré a ser yo mismo.
Hace tiempo que rezaba
que te llevase el abismo.